Serpenti, la joya de Bvlgari con la que Elizabeth Taylor fue ‘Cleopatra’

La serpiente siempre ha entrañado una profunda carga alegórica. Repasamos su importancia en la historia, en el arte y en la moda.

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La serpiente siempre ha entrañado una profunda (y profusa) carga alegórica. Repasamos su importancia en la historia, en el arte y en la moda con motivo del 75° aniversario de la colección Serpenti.

La serpiente en la visión del mundo, la religión y las creencias

Desde que el mundo es mundo (antes, incluso, si nos atenemos a la Biblia) la serpiente ha surcado tiempos, civilizaciones y libros sagrados con una profusa carga alegórica. En el Antiguo Egipto, el sinuoso reptil encaraba las dos caras del poder: el bien, simbolizado por la cobra o Uadyet, relacionado con la fertilidad de los suelos, la afluencia del agua, el sol y la protección; y el mal, asociado a las fuerzas que vi vían en Duat. Similar significado entrañaba para los mayas, que lo relacionaban con el viento y el agua; en Perú, Amaru, la serpiente alada, era el comunicador entre el cielo y la tierra, sumando la sabiduría a la ecuación; en la Antigua Roma, Esculapio, el dios de la medicina, tenía forma de serpiente, a la que se le atribuía el don de la sanación.

Más allá del Jardín del Edén, su simbolismo (documentado) es especialmente pródigo en la mitología griega, cuyo truculento repertorio en estas lides les concede especial protagonismo cuando el recién nacido Hércules, fruto de la infidelidad de Zeus con Alcmena, venció con gloria y vigor a los dos enormes ofidios que Hera, esposa de Zeus, envió para matarlo. Pensemos también en Medusa, un espíritu del inframundo que tenía culebras en lugar de cabellos y convertía en piedra a aquel que la mirara a los ojos. Jane Ellen Harrison, erudita lingüista británica del siglo XIX, escribió al respecto que “la gorgona fue creada del terror, no el terror de la gorgona”. Unas décadas más tarde, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, formuló su propia teoría: Medusa se representa como “el talismán su premo que proporciona la imagen de la castración (asociada en la mente del niño al descubrimiento de la sexualidad materna) y su negación”. Por su fuerza gráfica y su simbolismo, la historia del arte ha sido generosa en la representación de este ser telúrico más allá de la Greci arcaica y clásica: renacentistas como Benvenuto Cellini y pintores barrocos como Caravaggio o Rubens le han dedicado esculturas y lienzos.

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foto 1: Collares Serpenti Viper con diamantes, Bvlgari. Vestido, Ferragamo./ foto 2: Brazalete-reloj Serpenti Tubogas, en oro con rubíes y diamantes (circa 1960), Bvlgari. Top, Missoni.

Fotografías de ALFONSO ANTON CORNELIS

“Los mayas relacionaban la serpiente con el viento y el agua; en Perú, la serpiente alada era el comunicador entre el cielo y la tierra, sumando sabiduría”.

En el Surrealismo, la escultura del Perseo de Dalí es una de sus encarnaciones más célebres. El otro gran episodio de este reptil en la mitología griega es el que quedó plasmado en el con junto escultórico del periodo helenístico Laocoonte y sus hijos, que nos muestra cómo los tres se debaten, entre la vida y la muerte, contra Caribea y Porce, las serpientes gigantes enviadas por los dioses.

En Occidente, la serpiente como símbolo del mal, que es un centro de gravedad en sí mismo, ha sido representada en incontables relatos y manifestaciones artísticas como un implacable agujero negro al que se vieron abocados hombres (porque siempre eran hombres) de toda clase y condición, un ente poderoso y fatal liga do a la fascinación y al castigo. La Biblia, baluarte de la civilización cristiana, cuenta en el Génesis que la serpiente, álter ego del diablo, ofreció la manzana a Eva, apenas la costilla de Adán, la tentación hecha carne que daría lugar al pecado original, expulsando del paraíso al hombre y asentando, de paso, el uso del masculino genérico que durante siglos sobrerrepresentó al sexo que le da nombre en detrimento de esa feminidad fatal que había sido su perdición.

Elizabeth Taylor y su brazalete serpeante de Bulgari

Desde el pábulo bíblico, la asociación de la serpiente con un género femenino incitante y embaucador cobró fuerza en el imaginario colectivo, el mismo que alumbró el concepto (no sólo) cinematográfico de “mujer fatal” y señaló a estas como la viva encarnación del pecado, con espantosas consecuencias históricas.

No es de extrañar, pues, que actrices como Elizabeth Taylor hicieran de su capa un sayo y se sirvieran de su condición de estrellas para reivindicar su derecho a ser bellas y deseables mediante la validación (y, por ende, subversión) de los códigos que tantos sinsabores habían acarreado a su género: durante el rodaje de Cleopatra, la actriz exigió llevar su brazalete serpenteante de Bvlgari como una condición sine qua non para terminar la película.

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Elizabeth Taylor como Cleopatra, usando brazalete Bulgari.

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75 años de Serpenti

Con idéntica vocación reivindicativa, pero más redentora y conciliadora, nacía pocos años antes, hace ahora 75, la línea Serpenti de la legendaria casa de joyas italiana. Fue a finales de los años 40 cuando Bvlgari, obviando las connotaciones pecaminosas espoleadas por el catolicismo, decidió devolverle al reptil el carácter virtuoso que le atribuían las antiguas culturas como adalid de la vitalidad y el renacimiento, de nuestra capacidad para reinventarnos mudando de piel tantas veces como haga falta, de nuestra fortaleza y coraje para vencer amenazas y de una fascinación liberada de la carga peyorativa del catolicismo.Un mensaje que, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, resultaba más pertinente que nunca.

De ese empeño nació su primera línea de relojes de pulsera en espiral, cuyas estilizadas correas se realzaron con un sinuoso diseño de malla en oro. En los años 50, los modelos se adornaron con escamas de oro, satinados esmaltes de color y piedras preciosas, creando hasta el último detalle del animal con ojos de zafiro, rubí o diamante y una lengua en forma de horquilla que salía de la boca y ocultaba la esfera del reloj. Posteriormente, la colección creció alumbrando collares, anillos y marroquinería y, a partir de los años 90, también bolsos y gafas de sol, conviertiendo el motivo Serpenti en uno de los más emblemáticos de la casa, así como el epítome de la creatividad polifacética y el carácter innovador de Bvlgari.

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foto 1: Brazalete-reloj en oro con esmalte policromado y esmeraldas (circa 1967), Bvlgari.

Fotografías de ALFONSO ANTON CORNELIS

“La casa joyera decidió devolverle al reptil el carácter virtuoso que le atribuían las antiguas culturas como adalid de la vitalidad y el renacimiento”.

Con motivo de la celebración del 75º aniversario de la colección, la firma joyera, con 130 años de solera, se alió con el madrileño Museo Thyssen en una muestra de obras en las que la serpiente desempeña un papel fundamental. Pinturas que se coronaron con una exclusiva instalación de Refik Anadol, una obra inmersiva de inteligencia artificial creada a partir de una extensa colección de imágenes de joyas Serpenti, con las que se ha generado un algoritmo que evoca la constante reinvención de la serpiente en un vibrante, colorido y caleidoscópico Jardín del Edén. El espacio configuró una realidad alternativa e imitó los aromas y las texturas de la naturaleza para celebrar las sensaciones asociadas a este símbolo atemporal y el maremágnum de declina ciones que la casa ha engendrado a lo largo de los años. “La innovación es un valor fundamental para Bvlgari, y la línea Serpenti requiere una reinvención constante”, declaran desde la marca. “Se trata de mantener el equilibrio entre lo antiguo y lo actual, reinterpretando continuamente los códigos de la casa”. Un periplo que vivió una eclosión en toda regla a principios de la década de 2000, cuando la firma amplió su experiencia como manufacturera relojera y adquirió prestigio mundial gracias a la calidad, complejidad y vanguardia de su mecánica, que aplicó a los modelos Serpenti.

En la misma época, las piezas adquirieron un renovado vigor con exquisitas gemas que perfilaban la anatomía del reptil y un nuevo modelo uróboro, hoy por hoy uno de los más icónicos de Bvlgari: la magnífica serpiente que se mordía la cola. Plasmada tanto en relojes como en pulseras con pavé de diamantes, sublimó de modo exquisito la excelencia de la casa. Serpenti Viper disparó la sinuosidad con sus escamas con diamantes engarzados, refulgentes en una hipnótica danza luminosa.

Ahora, en el año en que Serpenti sopla 75 velas, no nos cabe duda de que este icónico reptil hecho joya está lejos de sus sus últimos coletazos. La inspiración de la serpiente es eterna e infinita.

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