La colección Ready-to-Wear Primavera 2026 de Maison Margiela, presentada durante la Semana de la Moda de París 2025, consolidó el nuevo rumbo de la maison bajo Glenn Martens, quien ya había debutado meses antes con la línea Artisanal Otoño/Invierno 2025–2026 durante la Semana de Alta Costura de París. Esta nueva entrega no fue una continuación, sino una reescritura de su propuesta con una exploración anatómica donde la técnica y la identidad se manifiesta través de una estética quirúrgica que mezcla vulnerabilidad y control.
Sin duda, el elemento más comentado fueron las grapas ortodónticas metálicas que los modelos llevaron sobre la boca. Más allá de su impacto visual, funcionaron como símbolo de una época obsesionada con la corrección y el perfeccionismo corporal. Glenn Martens, fiel a su visión cerebral y estructural, transformó un objeto médico en una declaración estética donde la belleza contenida, la palabra reprimida, el cuerpo controlado permitieron que la colección fuera el centro de atención.
El gesto fue potente y deliberado. Las grapas brillaron bajo las luces de pasarela mientras los rostros, perlados y húmedos, evocaban una textura casi posoperatoria. Los cabellos, tensos y lacados, acentuaron la sensación de anatomía intervenida. Nada fue gratuito, en una perfecta —y quizá escalofriante— armonía el maquillaje, los acabados y los tejidos se pensaron como una extensión conceptual del tema central —el cuerpo como superficie de ajuste emocional y físico—.
En cuanto a las prendas, Glenn Martens propuso un equilibrio entre estructura y disolución. Corseterías translúcidas, vestidos construidos con bandas tensadas, gasas líquidas y vinilos con efecto mojado convivieron en una misma narrativa. Cada pieza parecía contener un pulso con la tensión de quien intenta sostenerse en medio del caos. La sensualidad surgió no del exceso, sino del acto de contenerse pues esta pieza bucal omitió las expresiones faciales de las modelos en pasarela.
A diferencia de la teatralidad de la década de John Galliano, Glenn Martens llevó a Maison Margiela hacia un territorio más introspectivo. Su enfoque fue casi científico, estudiar los códigos de Margiela —la deconstrucción, el anonimato, la imperfección revelada— y someterlos a un proceso de precisión técnica. El resultado fue una colección emocional, contenida y provocadora, que habla de una nueva era donde la belleza no busca agradar, sino interpelar.
El público entendió que este no era un debut cualquiera en la Semana de la Moda de París, sino un manifiesto de la nueva era de la maison, Glenn Martens no llegó a Margiela para reemplazar a nadie, sino para reconstruir su ADN desde la tensión. Las grapas metálicas se convirtieron así en su símbolo inaugural dentro del prêt-à-porter, la unión entre el dolor y la elegancia, entre lo clínico y lo sublime.
5 claves para entender la propuesta de Maison Margiela por Glenn Martens
- Las grapas como metáfora del control Más que un accesorio, las grapas ortodónticas representan la obsesión contemporánea por corregir el cuerpo. Glenn Martens las convierte en lenguaje visual de la represión estética y emocional.
- El cuerpo como arquitectura emocional Cada prenda opera como un sistema de tensión: estructuras que oprimen, gasas que liberan. Así, la moda se convierte en ingeniería de emociones, donde el equilibrio entre rigidez y fluidez es la clave.
- La estética quirúrgica elevada al lujo Glenn Martens transforma la iconografía clínica —corsés, vendajes, bandas, materiales brillantes— en alta artesanía. La frialdad del quirófano se vuelve sensualidad intelectual.
- Del exceso performático a la introspección técnica A diferencia de John Galliano, Glenn Martens apuesta por un discurso más cerebral: menos teatralidad, más precisión. Su Margiela no busca el dramatismo externo, sino la tensión interna, tanto de modelos como de invitados.
- El inicio real de su etapa en el prêt-à-porter Si su colección Artisanal fue su presentación formal, esta entrega consolidó su lenguaje: un universo donde el cuerpo no se adorna, más bien se estudia y donde la belleza no se disfraza, sino que se disecciona.