Después de algunos días difíciles hospitalizada, Bella Hadid ha vuelto, y lo ha hecho transformando por completo su imagen. La modelo, que durante años fue sinónimo de cabello castaño oscuro y una estética más estructurada, apareció recientemente con un rubio mantequilla que no solo sorprendió a sus seguidores, sino que marcó un cambio de ciclo estético. El nuevo color —una mezcla precisa entre dorado, miel y matices beige— encaja con una tendencia que lleva meses gestándose en los salones más vanguardistas: el buttery blonde, una reinterpretación del rubio clásico que busca suavidad, luz y un aire retro que evoca los años 90.
Adiós al castaño y los rubios metálicos
A diferencia del ice blonde que dominó hace algunas temporadas, el rubio mantequilla de Bella Hadid se aleja de los matices fríos y del acabado casi metálico. Su nuevo tono respira calidez, movimiento y un toque imperfecto que lo hace más humano. Es un rubio que se ve vivido y orgánico en su rostro. El secreto del éxito está en la mezcla de tonos mantequilla con reflejos cálidos en capas, logrando un efecto multidimensional que se adapta a la luz natural sin verse artificial.
Este tipo de coloración no solo ilumina el rostro, sino que aporta una sensación de bienestar visual donde el brillo dorado atenúa las facciones, suaviza los rasgos y otorga una profundidad elegante sin caer en lo demasiado rubio. No es casualidad que coloristas de Nueva York y París estén retomando este tipo de rubios cremosos para otoño, apostando por una estética más orgánica y menos digital.
La evolución del estilo Hadid
Bella Hadid ha construido su identidad estética sobre el cambio constante. Desde los tonos espresso que consolidaron su imagen minimalista, hasta este nuevo rubio mantequilla que parece anunciar una etapa más libre y luminosa, cada transformación responde a una narrativa emocional en una etapa diferente de su vida. Su cabello, ahora con destellos dorados y un peinado de ondas suaves, recuerda la sensualidad despreocupada de las supermodelos de los 2000 —piensa en Gisele Bündchen o Carolyn Murphy—, pero reinterpretada desde la mirada contemporánea de una mujer que controla su imagen y su discurso.