En 2021, cuando Gucci presentó Demetra, muchos lo vieron como un experimento más en el vasto océano de los materiales alternativos. Un gesto estético alineado con las exigencias del mercado. Una forma de sumar puntos en la carrera del marketing verde. Pero cuatro años después, mirando en retrospectiva, queda claro que lo que propuso la maison italiana no fue una tendencia: fue un cambio de paradigma.
Demetra, un material desarrollado internamente por Gucci a partir de materias primas vegetales como pulpa de madera y maíz, no solo emulaba las propiedades del cuero, sino que redefinía lo que entendemos por lujo. Porque el verdadero lujo —al menos el que perdura— no es la ostentación sin sentido, sino la capacidad de adelantarse con sensibilidad a lo que el mundo necesita.
Hoy, en 2025, esa visión cobra aún más fuerza. En un escenario donde el greenwashing abunda y muchas marcas se suman tarde y mal a la conversación de la sostenibilidad, Gucci sigue destacando por haber actuado con convicción, no con oportunismo. Su plataforma Equilibrium no es un eslogan; es una estrategia seria, con objetivos medibles, que atraviesa la cadena de valor completa.
Pero lo que más me sigue resonando no es la innovación material en sí —que la hay, y es admirable—, sino la elección estética y simbólica: reinterpretar el Horsebit 1955, uno de sus bolsos más clásicos, con este nuevo material, fue una declaración de principios. Y poner a Billie Eilish como rostro de la campaña no fue solo un guiño generacional, sino una alianza con una voz que representa un cambio real.
Porque sí, hoy seguimos hablando de Demetra. No como una novedad efímera, sino como un punto de inflexión. En una industria que a menudo se mueve al ritmo de la inmediatez, pocas cosas envejecen bien. Esta, en cambio, parece madurar con elegancia.
Y mientras el mundo de la moda sigue buscando cómo lucir bien haciendo el bien, Gucci nos recordó —ya en 2021— que el verdadero lujo no consiste en lo que usas, sino en lo que eliges no usar.