En la Semana de la Moda de Milán SS26, Kitty Spencer se convirtió en una de las invitadas más observadas del front row por un discreto motivo. Su elección de vestuario, un vestido de encaje negro transparente firmado por Dolce & Gabbana, la situó en el centro de la conversación no solo por el guiño al lingerie dressing que domina la temporada, sino por un detalle sutil pero significativo, la ausencia de joyería en el pecho.
Durante el desfile de la colección Women’s SS 2026 de Dolce & Gabbana, casa con la que mantiene una estrecha relación como musa e imagen en distintas campañas y durante ya varios años, Kitty Spencer decidió apostar por un minimalismo consciente que potenció el impacto de la prenda. El encaje, estructurado con copas definidas y transparencias que evocaban el lenguaje de la lencería elevada, encontró espacio para brillar gracias a la decisión de no añadir collares ni gargantillas. Un gesto que podría parecer pequeño, pero que demuestra dominio de las reglas de equilibrio estético.
El resultado fue un look que respiraba sofisticación sin caer en el exceso. La elección de prescindir de joyas permitió que la textura floral del encaje se convirtiera en protagonista absoluto, y que el escote mantuviera su fuerza visual sin competir con otros elementos. En términos de styling, es un recordatorio de que la elegancia también surge de saber cuándo detenerse.
A esta decisión se sumó el peinado de ondas muy suaves con un ligero aire Old Hollywood, que actuó casi como un accesorio en sí mismo, enmarcando el rostro y aportando un contrapunto romántico al dramatismo del vestido. El cabello, en lugar de las joyas, fue la herramienta que completó el conjunto, reafirmando una tendencia cada vez más presente en la pasarela, el de convertir la melena en una pieza estratégica dentro del total look.
El outfit se complementó con sandalias de tacón adornadas con cristales y un bolso bordado en pedrería, suficientes para añadir destellos de brillo sin saturar el conjunto, motivo por el cual renunció a la joyería sobre el pecho. Así, Kitty Spencer demostró que, desde su estilo, el lujo no siempre necesita un despliegue de ornamentos y accesorios, sino la capacidad de elegir con precisión qué mostrar y qué omitir. Una decisión arriesgada para algunas, pero no para Kitty, heredera de un amplio legado de estilo y glam.
Con esta aparición, Kitty Spencer consolidó su lugar como referente de estilo internacional. Más allá del vestido, lo que capturó la atención fue su capacidad para transformar una decisión mínima —no llevar joyería en el pecho— en una declaración de sofisticación y seguridad personal. Un recordatorio de que la moda, en ocasiones, habla con más fuerza desde la ausencia que desde el exceso.