Naomi Campbell es sinónimo de presencia escénica y, en la Semana de la Moda de Londres, volvió a recordarnos por qué sigue siendo una de las supermodelos más influyentes de todos los tiempos. La británica apareció en el desfile Spring/Summer 2026 Cage of Innocence de la diseñadora Dilara Findikoglu con un look que conjugó teatralidad, poder y sofisticación.
El diseño, fuerza y textura en clave gótica
El vestido elegido por Dilara Findikoglu para Naomi Campbell destacó por su estructura impecable. Se trató de un corset negro de efecto piel con acabado brillante, acompañado de guantes largos y botas que reforzaban la narrativa de la silueta. A esto se sumaron múltiples collares de cadenas plateadas y cruces, un detalle que aportó dramatismo y densidad visual al total look. El conjunto evocaba una estética de corsetería victoriana actualizada con materiales modernos como el látex, dando vida a un diseño que se movía entre la oscuridad gótica y la sensualidad estructurada.
En el resto de la colección, Dilara Findikoglu presentó vestidos con faldas rígidas, aplicaciones inesperadas como cerezas de silicona y combinaciones de colores que iban del negro más profundo a matices en blanco, rosa y nude. La propuesta exploró el contraste entre inocencia y opresión, jugando con símbolos de restricción y liberación.
Naomi como cierre dramático
El momento en que Naomi Campbell apareció al final del desfile fue un gesto cuidadosamente pensado. La supermodelo caminó con paso firme y mirada intensa, reforzando la narrativa del show. En un instante performático, incluso lanzó la chaqueta que llevaba sobre los hombros, enfatizando el dramatismo de su entrada.
Su estilismo se completó con un peinado de textura suelta y maquillaje de ojos intensos en tonos ahumados, acompañado por un detalle emocional que no pasó desapercibido: un efecto de lágrimas en el rostro, en sintonía con el concepto de vulnerabilidad que Dilara Findikoglu había plasmado en varias de sus modelos.
Una colaboración icónica
La alianza entre Naomi Campbell y Dilara Findikoglu demostró cómo la moda puede ser también un lenguaje de poder y dramatismo. El look que Naomi Campbell defendió sobre la pasarela no fue un simple vestido, sino la materialización de un relato estético en el que la fuerza femenina y la tensión emocional se entrelazaron.