Elegante y con mucha personalidad, el abrigo clásico es una nuestras prendas favoritas de temporada, aunque en los últimos años se ha consolidado como un imprescindible del clóset de las insiders. Este otoño 2025 confirma su vigencia con siluetas limpias, materiales envolventes y un aire de quietud sofisticada que se adapta a cualquier ritmo de vida en cualquier ciudad del mundo.
Esta temporada, las versiones más deseadas aparecen en tonos cálidos como el café, el terracota y el beige profundo. Se llevan abiertos, dejando que el movimiento del tejido acompañe el paso, o cerrados con cinturones anchos que dibujan la figura sin rigidez. En las calles de Milán, París y Copenhague, este gesto ha sido el hilo conductor entre minimalismo y presencia.
El abrigo clásico no pertenece a una temporada ni a una edad. Funciona igual sobre un vestido halter color cobre que sobre un conjunto de mezclilla o un traje sastre. Esa libertad de uso es lo que lo ha convertido en un símbolo de estilo silencioso, una prenda que no busca impresionar, pero comunica seguridad y sofisticación de inmediato.
Los diseñadores lo interpretan con materiales táctiles —lana virgen, gabardina encerada, piel flexible— y con detalles que marcan la diferencia, por ejemplo, con solapas amplias, botones tonales, cortes en A o estructuras rectas que alargan la figura. El largo ideal roza los tobillos o el filo de las botas, creando una línea vertical que estiliza sin esfuerzo.
Llevar un abrigo clásico es, en el fondo, una declaración de calma, sobre todo en contextos de sobreestimulación visual donde la sobriedad no forma parte del outfit, su presencia aporta equilibrio y coherencia. Es la prenda que acompaña, protege y completa, sin gritar su importancia. Quizá por eso, nunca ha dejado de pertenecer.