Hasta hace unos meses, la historia de Isak Andic, fundador de Mango, parecía cerrada con tristeza: un empresario visionario que había levantado una de las marcas más importantes de la moda española perdía la vida en un accidente durante una excursión en Montserrat. Tenía 71 años y un legado que había trascendido fronteras, pero el relato acaba de cambiar de forma radical.
Medios españoles como El País informaron que las autoridades catalanas reabrieron la investigación de su muerte después de hallar inconsistencias en los testimonios y en los registros de lo ocurrido aquel día. Según medios locales, el caso ha pasado de considerarse un accidente de montaña a una posible investigación por homicidio, con un giro tan inesperado como inquietante: el hijo de Andic, Jonathan Andic, habría pasado de testigo a investigado.
La noticia ha conmocionado al mundo empresarial y a la industria de la moda, que veía en la familia Andic un símbolo de discreción y éxito sostenido. Mango, fundada en 1984, se convirtió en una de las firmas más influyentes del fast fashion europeo gracias a una estrategia de diseño accesible, producción ágil y expansión global. Bajo la dirección de Isak, la compañía mantuvo una identidad sólida incluso frente a gigantes como Zara o H&M.
Fuentes judiciales indican que la reapertura del caso se debió a ciertos detalles técnicos del accidente y a la revisión de comunicaciones entre padre e hijo en los días previos a la tragedia. Hasta el momento, la familia se ha mostrado cooperativa y ha emitido un comunicado en el que expresa su “plena confianza en la justicia y en la inocencia de Jonathan”.
Más allá de los titulares, lo que sorprende es el contraste entre la imagen pública del clan Andic —reservada, sin escándalos y centrada en la empresa familiar— y la magnitud del giro que ha tomado esta historia.
En el ámbito de la moda, la muerte de Isak Andic ya representaba el cierre de una era. Su visión de una moda mediterránea, elegante y asequible marcó la estética de toda una generación. Hoy, sin embargo, su legado empresarial se entrelaza con un proceso judicial que podría redefinir la narrativa de una de las dinastías más emblemáticas del sector.
Por ahora, el caso permanece bajo secreto de sumario. Lo único cierto es que la muerte del fundador de Mango dejó de ser un episodio trágico para convertirse en un misterio con implicaciones familiares, mediáticas y empresariales que mantendrán a la industria expectante durante los próximos meses.