Aunque el lujo silencioso y las tendencias minimalistas han reinado las últimas temporadas, recientemente ha llamado la atención un objeto en particular que, de forma disruptiva se ha apoderado del street style y las pasarelas donde los códigos del lujo dialogan cada vez más con el juego, la nostalgia y el coleccionismo, este accesorio ha logrado sintetizar esa tensión con encanto absoluto: los Labubus. Se trata de pequeñas figuras, nacidas del imaginario del artista Kasing Lung en 2015 como parte de la serie Monsters de Pop Mart y han evolucionado de objeto curioso a auténtico símbolo de estatus emocional y estilístico, confirmando que el lujo actual también sabe divertirse.
Confeccionados en materiales nobles —como el cuero napa y la cerámica esmaltada— y con detalles minuciosamente ejecutados a mano, los Labubus son mucho más que simples charms: son personajes con identidad propia, criaturas entre lo lúdico y lo escultórico que evocan la ternura de la infancia, pero con el aura sofisticada que solo las casas de moda con verdadera herencia saben imprimir.
Pequeños duendes con nueve dientes y orejas puntiagudas
Los hemos visto colgando de bolsos icónicos como el Puzzle o el Hammock, transformando un accesorio clásico en una declaración estética que mezcla arte, ironía y lujo silencioso. En las pasarelas recientes y los perfiles más influyentes del street style —desde editoras de moda hasta celebrities como la familia Beckham—, los Labubus emergen como pequeños tótems portátiles: piezas que cuentan una historia personal, pero también una afinidad con el lenguaje visual de la alta moda actual.
¿Por qué han causado tal furor? Porque, en una época donde la originalidad se convierte en la verdadera moneda del lujo, estos charms proponen una forma íntima y personalizada de expresión. No se trata únicamente de decorar, sino de crear vínculos afectivos con los objetos que nos acompañan. Su rareza, su limitada disponibilidad y su confección artesanal los convierten en piezas de culto que trascienden la tendencia para insertarse en el imaginario emocional de quienes los portan.
Además, los Labubus hablan el idioma de la generación que ha crecido entre el diseño, la animación y el arte pop. Con su estética entre lo kawaii y lo conceptual, invitan a reflexionar sobre el rol de lo aparentemente frívolo en una industria que hoy celebra tanto la autoexpresión como el coleccionismo lúdico.