El invierno 2025 está mostrando una constante, protegerse del frío no está peleado con experimentar con nuevas formas de enmarcar el rostro. Para muchas personas, el gorro clásico deja de ser la primera opción, ya sea por gusto, por estética o simplemente porque el look del día pide otra lectura visual. Este invierno llega con alternativas que cumplen la misma función práctica, pero aportan un gesto de estilo más pulido y menos predecible.
Los headbands anchos de lana o cashmere son una de las apuestas más fuertes. Dan calor en la zona clave —frente y orejas— sin cubrir la cabeza por completo, lo que permite conservar volumen natural en el cabello o mostrar un peinado cuidadosamente trabajado. En acabados lisos, en punto inglés o en versiones acolchadas, funcionan tanto con abrigos estructurados como con siluetas más suaves. Además, crean una línea limpia alrededor del rostro que aporta una elegancia silenciosa difícil de replicar con un gorro tradicional.
Otra alternativa que domina el invierno son las bufandas maxi, no solo por su función térmica, sino por la manera en que pueden cubrir la cabeza sin necesidad de comprometer el peinado. Envolver la bufanda sobre la nuca y cruzarla suavemente sobre la coronilla crea un efecto envolvente que recuerda a las divas de los años sesenta, pero interpretado desde la sensibilidad contemporánea: tejidos suaves, colores neutros y caída natural. Este gesto logra un equilibrio entre protección y estilo que se integra bien en looks urbanos.
Los pasamontañas flexibles, en versiones de punto fino y colores sobrios, también ganan terreno. A diferencia del pasamontañas rígido o deportivo, las nuevas interpretaciones son suaves, adaptables y más estilizadas. Se pueden llevar abiertos en la parte superior para dejar ver el cabello, o cerrados para un efecto más protector en días de frío extremo. Es un accesorio que ha migrado del terreno utilitario al estilístico, adoptado por marcas que entienden el poder de las piezas prácticas con una estética cuidada.
También resurgen las boinas estructuradas, que aportan un matiz parisino sin perder funcionalidad. Las versiones en lana merino o mezclas térmicas mantienen el calor, mientras que la inclinación ligera hacia un lado otorga un gesto sofisticado que puede transformar un look minimalista. Este invierno, las boinas se llevan sin rigidez, con caída natural y en colores profundos como grafito, vino o verde oscuro.
Finalmente, los pañuelos de seda gruesa o lana ligera se presentan como una opción para quienes buscan un accesorio versátil. Atarlos bajo la barbilla o dejarlos caer sobre el cuello no solo resguarda del viento, sino que añade un componente visual distintivo. En estampados discretos o tonos sólidos, los pañuelos permiten jugar con proporciones y texturas sin perder funcionalidad.
El invierno 2025 invita a mirar más allá del gorro tradicional. Las nuevas alternativas no solo abrigan, también enmarcan, suavizan o estructuran el rostro según la intención del día, y sobre todo, permiten construir un estilo coherente incluso en los momentos más fríos del año.