Por Ruby Stephens
Hay joyas creadas para brillar, otras para coleccionarse y algunas, como Bird on a Rock de Tiffany & Co. están destinadas a convertirse en leyenda. Jean Schlumberger lo diseñó en 1965: un pájaro caprichoso posado sobre una gema de gran tamaño que, con el tiempo, se convirtió en uno de los íconos más reconocibles de la Maison.
Casi seis décadas después, Bird on a Rock vuelve a alzar el vuelo, reinventado para seducir a una nueva generación.
La más reciente campaña, fotografiada por Carlijn Jacobs y concebida por la estilista Katie Burnett, explora el carácter onírico de esta creación. En ella, la actriz y embajadora de Tiffany, Zhang Ziyi, comparte escena con la modelo Abby Champion. Suspendidas entre nubes y cielos abiertos, ambas portan piezas que brillan sobre un escenario tan ligero y surrealista como el propio vuelo de un ave. Una fantasía que, sin embargo, se mantiene fiel a la tradición de la meticulosa artesanía de la casa.
La novedad reside en su amplitud. La colección ahora va más allá de los broches únicos de alta joyería que hicieron famosa a Bird on a Rock, presentando conjuntos de alta joyería y, por primera vez, joyería fina.
En esta nueva línea conviven dos enfoques: aves figurativas elaboradas en platino y oro, con plumajes trazados en piedras preciosas; y motivos abstractos de “Alas”, que evocan la ligereza de las plumas de los paseriformes. Cada pieza transmite dinamismo, como si el ave no estuviera quieta sobre una roca, sino suspendida en pleno vuelo.
Para las suites de alta joyería, la casa se apoya en su legado de gemas. Una está anclada en la tanzanita, la otra en la turquesa, ambas engastadas con la intensidad y precisión que caracterizan a Tiffany. Se sienten como mundos en miniatura, un paisaje de gemas con un pájaro como su inesperado guardián.
El secreto de la permanencia de Bird on a Rock radica en su delicado equilibrio entre ligereza y fuerza. Schlumberger supo transformar un encuentro fugaz con un ave rara en diseño eterno, y Tiffany ha mantenido vivo ese espíritu, reinterpretándolo sin perder su esencia durante casi seis décadas.
Hoy en día, el ave es más que un broche: es un emblema que ha volado desde 1960 atravesando generaciones sin detener su vuelo. Esta temporada, Tiffany invita a verlo en todas partes: posado, en movimiento y siempre reescribiendo las reglas de la iconografía de la joyería.
Publicado originalmente en Harper’s Bazaar Australia