¿Qué significa hoy la feminidad? Prada no ofrece respuestas definitivas; plantea preguntas. Bajo la dirección creativa de Miuccia Prada y Raf Simons, la colección Fall Winter 2025 es una exploración intelectual y estética que interroga los símbolos de lo femenino, desafiando su origen, su construcción y sus límites. A través de un ejercicio constante de desplazamiento y reconfiguración, las prendas mutan, se alteran, se exponen en su crudeza, rompiendo con toda idea preestablecida.
A lo largo del desfile, las prendas se presentan como entidades mutantes: moños que pierden su inocencia, estructuras rígidas que dialogan contexturas suaves, transparencias estratégicas que no revelan sino que cuestionan. Los dobladillos sin terminar no son signos de descuido, sino manifiestos visuales. Bolsos-joya conviven con tejidos industriales; bordados meticulosos aparecen sobre materiales casi utilitarios. La tensión es constante, y en ella habita una forma de belleza disonante. El resultado no es una negación de la feminidad, sino su multiplicación: una coreografía de gestos –estructuras arquitectónicas frente a moños decorativos, dobladillos desenfadados junto a bolsos– que, juntos, revelan la complejidad del concepto.
Esta tensión se refleja también en la escenografía del desfile, donde el andamiaje industrial y una alfombra barroca diseñada por Catherine Martin funcionan como metáfora visual del discurso: crudeza y refinamiento conviviendo en equilibrio.
En este marco se inscribe Made in Prada, una iniciativa que trasciende el “hecho en Italia” para situarse en el terreno de la idea hecha materia. Aquí, la manufactura no es sólo un sello de calidad, sino una manifestación de pensamiento.
El vestido emblema de esta propuesta –realizado en lana Shetland gris pizarra, con una silueta que remite a los años 50– es el resultado de más de 24 horas de trabajo artesanal. Busto esculpido, pliegues geométricos, inserciones en contraste y remates inacabados revelan un proceso donde la precisión quirúrgica convive con la belleza de lo imperfecto. La prenda no se presenta como un producto terminado, sino como evidencia de una búsqueda. Desde el patrón hasta el prensado final, todo gesto está cargado de intención. Incluso el lazo bicolor que remata el conjunto -anudado a mano, cortado del mismo tejido– funciona como una última declaración: la feminidad, en Prada, no se impone. Se construye, se interroga, se reinventa. Esta colección no es una respuesta, sino un espejo. La firma italiana nos invita a mirar de nuevo y a repensar lo femenino como una posibilidad en constante transformación.