El inicio de un nuevo ciclo escolar siempre trae consigo un cóctel de emociones entre la ilusión, el nerviosismo y, en muchos casos, la sensación de estrés que puede hacerse presente tanto en estudiantes como en madres, padres y docentes. Entre el caos de los horarios, el tráfico y las tareas pendientes, el cuerpo y la mente necesitan un respiro. El yoga se convierte en un refugio eficaz para encontrar calma, regular la respiración y devolver el equilibrio a los días agitados.
Más allá de ser una práctica física, el yoga es un espacio de autocuidado que favorece la concentración y la estabilidad emocional. Durante el regreso a clases, integrar ciertas posturas puede ser un recurso poderoso para mantener la serenidad y recuperar energía.
Más allá de la esterilla
El regreso a clases puede ser un periodo desafiante, pero también una oportunidad para establecer nuevas rutinas de autocuidado. Incorporar estas posturas de yoga no requiere experiencia previa ni largas sesiones: basta con dedicar unos minutos al día para marcar la diferencia. Practicarlas de manera constante no solo disminuye la ansiedad y el estrés, también mejora la concentración y la disposición para enfrentar los retos académicos y personales.
Balasana (postura del niño)
Esta asana es un gesto de rendición y descanso. Al colocar la frente sobre el suelo y los brazos extendidos hacia adelante, el cuerpo experimenta una sensación de seguridad y calma. Ideal para practicar en la mañana antes de salir de casa o al finalizar la jornada, ayuda a soltar la tensión acumulada en la espalda baja y a tranquilizar el sistema nervioso.
Sukhasana con respiración consciente
La postura sencilla de estar sentado con las piernas cruzadas cobra un nuevo significado cuando se combina con respiración profunda y pausada. Tomar cinco minutos para inhalar por la nariz y exhalar lentamente permite regular el ritmo cardiaco y despejar la mente de pensamientos repetitivos. Es perfecta para quienes necesitan claridad mental antes de un examen o una reunión importante.
Adho Mukha Svanasana (perro mirando hacia abajo)
Aunque es una de las posiciones más conocidas del yoga, su efecto va más allá del estiramiento. Esta postura favorece la circulación sanguínea hacia el cerebro, generando una sensación de frescura mental. Además, ayuda a liberar la tensión en hombros y cuello, zonas que suelen resentirse cuando se pasan horas frente al escritorio o la computadora.
Setu Bandhasana (puente)
Al elevar la cadera hacia el techo y abrir el pecho, esta postura contribuye a reducir la ansiedad y mejorar el estado de ánimo. Se recomienda practicarla con movimientos suaves y sostenerla unos segundos, enfocándose en la respiración. El gesto de abrir el corazón transmite una sensación de optimismo que resulta necesaria en épocas de cambios.
Viparita Karani (piernas en la pared)
Es una de las posturas más restaurativas y fáciles de realizar. Acostarse de espaldas con las piernas elevadas contra la pared mejora la circulación, reduce la hinchazón en pies y tobillos, y calma el sistema nervioso. Bastan 10 minutos para sentir una notable diferencia: el cuerpo se relaja y la mente entra en un estado de quietud.