Giorgio Armani ha muerto. El icono de la moda italiana falleció esta mañana a los 91 años, dejando un legado de elegancia atemporal y sofisticación minimalista que pocos lograron igualar. Su muerte fue confirmada a través de las redes sociales de Armani Group.
Giorgio Armani no era solo un diseñador; era una sinfonía perfectamente orquestada de creatividad y visión empresarial. Dirigió personalmente cada aspecto de su imperio —desde la costura hasta la campaña publicitaria, e incluso retocaba el peinado de las modelos mientras salían a la pasarela—, una dedicación absoluta al trabajo que lo convirtió en el legendario Re Giorgio. Su casa de moda generaba más de 2 mil 300 millones de euros al año, mientras que su fortuna se estimaba entre los 10 y 12 mil millones de dólares.
Su estampa ha sido la definición viva del estilo moderno con líneas puras, paleta neutra, cortes andróginos que reescribieron las reglas del poder femenino y suavizaron la rigidez del armario masculino. No fue solo revolucionario en diseño también amplió su imperio hacia la cosmética, la hospitalidad, el hogar y el lifestyle, consolidándose como un referente del lujo contemporáneo.
En los últimos meses, su salud había obligado a ausentarse por primera vez de un desfile durante la Milan Men’s Fashion Week en junio. Aún así, su presencia simbólica siguió vigente, desde casa, seguía cada fase de los desfiles a través de su equipo cercano.
Se espera que este fin de semana se instale una capilla ardiente en Milán, seguida de una ceremonia privada. El mundo de la moda pierde a un titán, pero su elegancia sigue viva en cada costura, en cada silueta delicada y en cada chaleco impecable que llevó su firma.