La moda británica pierde a una de sus figuras más provocadoras y libres. Pam Hogg, creadora autodidacta, artista visual, músico y una fuerza irrepetible en la escena creativa de Reino Unido, murió a los 66 años dejando un legado que no puede resumirse sólo en prendas, más bien, construyó una actitud. A lo largo de cuatro décadas, su estética vibrante —entre punk, glam y una teatralidad casi futurista—vistió a artistas que necesitaban una voz poderosa sin decir una palabra, desde Kate Moss hasta Rihanna, pasando por Kylie Minogue o Debbie Harry.
Aunque hasta el momento no ha sido revelada la causa de su muerte, se sabe que falleció el 26 de noviembre de 2025 en St Joseph’s Hospice, su familia indicó que sus últimos momentos fueron pacíficos y trascendió rodeada de sus seres queridos.
Pam Hogg nunca trabajó desde la complacencia. Su universo creativo se movía entre texturas brillantes, látex, estampados inesperados y cortes casi escultóricos que iluminaban escenarios, alfombras rojas y editoriales. No buscaba agradar, por el contrario, buscaba provocar. Y eso la volvía magnética. Su trabajo se sentía vivo, ruidoso, casi eléctrico, como si cada prenda tuviera un pulso propio con su firma. Ese espíritu fue el que la colocó como figura de culto en un sistema de moda que, muchas veces, premia la uniformidad.
Formada inicialmente en arte, no en moda, la diseñadora escocesa se abrió camino sin ataduras a la industria. Su presencia en los desfiles londinenses no respondía a la lógica tradicional, su técnica era un acto creativo total. Lo mismo diseñaba un traje de látex para Lady Gaga que producía un cortometraje lleno de simbolismos o montaba una exposición de ilustraciones. Su obra nunca se dividió, era todo parte del mismo torrente.
La muerte de Pam Hogg llega en un momento donde la moda pasa por un ciclo de nostalgia, reciclaje de ideas y un retorno a la rebeldía estética. Su ausencia resuena porque ella representaba justamente lo contrario a lo predecible. En una era hiper–curada, Pam Hogg mantenía la vibración del riesgo. No necesitaba tendencias, ella era una tendencia en sí misma.
Su influencia también se extendió a generaciones jóvenes que la veían como ejemplo de independencia creativa. No tenía miedo a tocar temas incómodos o a romper con lo establecido. Para muchos diseñadores emergentes, su obra funciona como recordatorio de que la ropa puede ser política, poética y ruda al mismo tiempo.
La moda pierde a una creadora que no buscaba consenso. Su legado persiste en cada artista que se atreve, en cada escenario que reclama exageración, en cada prenda que grita audacia. Pam Hogg construyó un lenguaje propio, y su partida deja una de esas ausencias que se sienten incluso entre lentejuelas y luces estridentes, la de alguien que sabía que la libertad creativa es el verdadero lujo.