El maquillaje que se consolida en 2026 responde menos a la espectacularidad y más a la forma en la que vivimos el rostro todos los días. Las pasarelas, los backstage y el street style coinciden en un punto claro: el exceso dejó de ser aspiracional. En su lugar aparecen gestos más precisos, productos multifunción y una relación mucho más honesta con la piel. No se trata de maquillarse menos, sino de hacerlo con mayor intención.
Estas son las cinco tendencias que sí estructuran el panorama beauty del próximo año.
Base estratégica y corrección puntual
Las bases de alta cobertura pierden protagonismo frente a fórmulas ligeras que se trabajan por zonas. En 2026, la piel no se uniforma, se equilibra. Los tintes, skin veils y correctores fluidos se aplican solo donde la piel lo necesita, dejando visibles pecas, cambios de tono y textura natural. El acabado es flexible, casi imperceptible, y se mantiene estable durante el día sin necesidad de retoques constantes.
Rubor como eje del rostro
El blush deja de ser un complemento y pasa a estructurar el maquillaje completo. Se aplica más alto, se difumina hacia las sienes o se funde con la sombra, creando continuidad visual. Los tonos se vuelven más complejos: rosa quemado, ciruela suave, terracota frío, durazno apagado. Las fórmulas en crema y bálsamo dominan porque se integran mejor con la piel y permiten un acabado más controlado.
Párpados con textura, no con trazo
El protagonismo ya no está en el delineado marcado. En su lugar aparecen sombras trabajadas con los dedos, lápices difuminados y acabados satinados que aportan profundidad sin rigidez. Los colores se mantienen sobrios pero interesantes: gris humo, verde oliva, malva, café frío, beige rosado. El ojo se define desde la textura, no desde la línea.
Labios de color flexible
Los labiales ultra mates y de larga duración pierden terreno frente a productos que se mueven con el gesto. En 2026 destacan los tintes, aceites con color y bálsamos pigmentados que dejan un acabado irregular, ligeramente difuminado. Los tonos son contenidos y versátiles: vino translúcido, nude cálido, frambuesa suave, marrón rosado. El contorno marcado deja de ser prioritario.
Maquillaje monocromático bien ejecutado
La monocromía continúa, pero con mayor sofisticación. Un solo tono se utiliza en ojos, mejillas y labios, adaptado a distintas texturas. La clave está en la dosificación: crema en mejillas, satinado en párpados y bálsamo en labios. Este enfoque no solo simplifica rutinas, también genera coherencia visual sin caer en lo obvio.
El maquillaje de 2026 se construye desde decisiones prácticas y estéticas bien pensadas. No responde a la urgencia de verse “arreglada”, sino a la de verse coherente. La piel deja de ser un lienzo que se cubre por completo y se convierte en el punto de partida. Y eso, más que una tendencia pasajera, marca un cambio real en la forma de entender la belleza.