La noche de ayer dejó una huella contundente en el calendario de la moda. Chanel presentó su colección Métiers d’art 2026 en Nueva York, y Matthieu Blazy logró que la ciudad se sintiera distinta: más íntima, más cruda y, al mismo tiempo, envuelta en una sofisticación inesperada. La decisión de mirar hacia el metro neoyorquino no fue anecdótica; fue un gesto que transformó la atmósfera del desfile en una experiencia que mezcló lujo, movimiento y una lectura contemporánea del oficio.
Antes de que las piezas tocaran la pasarela, un cortometraje protagonizado por Margaret Qualley y A$AP Rocky, dirigido por Michel Gondry, preparó el terreno. Su estética artesanal, los encuadres casi fantásticos y el ritmo musical creado por Le Motel trazaron una narrativa donde la ciudad se volvía un personaje más. Esa introducción funcionó como una llave que abrió el acceso a un universo en el que la artesanía de Chanel convivía con la energía impredecible del subsuelo.
Matthieu Blazy entendió el metro no como un simple escenario urbano, sino como un sistema vivo que respira historias, contrastes y matices. Y esa mirada se tradujo en la colección. Las siluetas parecían capturar el desplazamiento constante de los pasajeros, mientras las texturas reflejaban los destellos metálicos, las luces intermitentes y la profundidad nocturna del tránsito subterráneo. Cada pieza conservó la minuciosidad que distingue a los Métiers d’art, pero con un giro que la acercaba al presente: un lujo capaz de dialogar con la ciudad sin perder su carácter exquisito.
La presentación del 2 de diciembre a las 8 p.m. se sintió como un encuentro entre dos mundos que, aunque opuestos en apariencia, compartían un mismo pulso creativo. Por un lado, la herencia de los talleres que sostienen el alma de Chanel; por el otro, la crudeza vibrante del metro neoyorquino, con su mezcla de voces, ritmos y trayectorias anónimas.
Al fusionar estos elementos, Matthieu Blazy abrió un nuevo capítulo para la maison, uno que reconoce que el lujo también puede nacer en espacios inesperados, donde la ciudad revela una belleza distinta, más honesta, más sensible al movimiento y al cambio. Lo que Chanel mostró anoche no fue solo una colección, sino una forma de mirar Nueva York desde su profundidad, encontrando en el subsuelo una fuente de inspiración poderosa y sorprendentemente poética.