Más que impacto ambiental, el fast fashion también podría estar dañando nuestra mente

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Nos parece tan normal ver comportamientos obsesivos en la televisión como la colección de zapatos de Carrie Bradshaw o la película “Loca por las compras” de Sophie Kinsella, que no nos damos cuenta que en ocasiones la ficción puede ser tan solo un fragmento de la realidad. Disfrutamos ir de compras y asumir que dicha acción es un hobbie importante en nuestra vida, que incluso no tiene nada que ver con una adicción, cuando en realidad podría ser más grave de lo que pensamos. En los últimos tiempos, hablar sobre fast fashion ha implicado abrir debates en torno al elevado costo que supone en el medio ambiente, así como las malas condiciones en las que trabajan las personas detrás de la confección de la ropa. Problemas grandes y globales que obviamente deben de abordarse, sin embargo al hablar en un nivel micro, el fast fashion puede tener efectos en el cerebro, la salud mental y el bienestar general, que no tomamos en cuenta. Ver también: 10 cosas que nadie te dice sobre trabajar en la industria de la moda ¿A dónde vamos con lo anterior? A que las compras compulsivas pueden ser un gran problema, sí, si no prestamos atención, y es que de acuerdo a un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Bergen, las más susceptibles a ello son las mujeres jóvenes. Esto se debe a que el comportamiento adictivo de compra generalmente comienza en la adolescencia tardía y en la adultez temprana, justo cuando la ropa low cost está al alcance de la mano. En el pasado, la mayoría de las personas controlaban sus hábitos de gasto excesivo, ya que su estilo personal maduro los excluía, pero en gran parte gracias al auge del fast fashion, la ropa low cost no es solo para los jóvenes, ahora es para todos.

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“GirlBoss”

Lo anterior significa que además de las mujeres millennials y de la Generación Z, un mayor número de personas ahora ve las compras como una forma accesible de hacer frente a sus sentimientos en torno a la ansiedad y la depresión, o un medio para mantenerse al día con los HT de Instagram como el famoso #OOTD.

No todo termina ahí, sino que para los investigadores de Bergen, las personas extrovertidas enfrentan un mayor riesgo de desarrollar hábitos de compra desordenados, y al igual que el ejercicio, las drogas o cualquier otra forma de comportamiento obsesivo, sus desventajas no están ni cerca de problemas tan diminutos como la frase matutina: “No tengo nada que ponerme”.

Ver también: 4 Pasos olvidar el “no tengo que ponerme”

Pues, la compulsión de comprar puede llevar a consecuencias que van desde la culpa al estrés y hasta la bancarrota, y los consumidores más importantes del fast fashion están entre los más susceptibles, ya que aquellos que se enganchan a este comportamiento están dispuestos a hacer y pagar lo que sea necesario para comprar lo que quieran.

Ver también: Enfocar tu atención en un objeto sólo te hará quererlo con más ganas

Por otra parte, debemos tener en cuenta que la actividad de comprar y gastar en sí misma está asociada con un

Enfocar tu atención en un objeto sólo te hará quererlo con más ganas

y poder, que es inmediato, pero temporalmente, gratificante, debido a que posteriormente la culpa y el remordimiento pueden seguir, pero esos sentimientos típicamente llevan al comprador compulsivo a regresar a la tienda por (bastante literal) terapia de compras. Un ciclo que se repite y se repite.

Tomando en cuenta lo antes señalado, es momento de saber qué son y cómo responder a ellos puede hacer que seamos un mejor consumidor y no solo eso, también nos ayude a sentir mejor personalmente.

La compras como deporte

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“Loca Por Las Compras”

Aunque para todos la definición de “caro” y “asequible” es diferente, un hecho en el que todo mundo puede coincidir es que no hay quien se resista a las ofertas, pues más que un precio más bajo es como ganar un premio, así que si vemos ropa barata como una “ganga”, estaremos dispuestos a comprarla.

Al tanto, un estudio reciente se centró en los “deportistas compradores o mejor dicho, mujeres que se ven obligadas a encontrar las ofertas más impresionantes. Para no confundirse con las personas que compran precios bajos porque su situación financiera lo exige, los “deportistas compradores” se enorgullecen de su capacidad para detectar el precio más bajo posible. Pueden recordar alegremente historias sobre una compra específica, desde el descuento logrado hasta la estrategia utilizada para “ganarlo”.

El simple hecho de pensar en comprar ya cambia la química en tu cerebro

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“Gossip Girl”

Seguramente alguna vez una prenda/accesorio no salió de tu mente por semanas, anticipaste su compra por mucho tiempo y al final terminaste decepcionada de haberlo comprado. Esto se debe a una oleada de dopamina, el neurotransmisor que controla los centros de placer y recompensa del cerebro: las compras pueden aumentar los niveles de dopamina, siempre, aún cuando todavía estés en la etapa del deseo.

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“Clueless”

El impulso puede surgir con cualquier adquisición deseada, pero el aspecto del placer es más alto cuando se encuentra en oferta. Sin embargo, una vez que has entregado tu tarjeta de crédito, los niveles de dopamina vuelven a la normalidad, pero vuelven a aumentar cuando encuentras algo nuevo que desear. Este fenómeno no es exclusivo del fast fashion pero sí tiene que ver.

Nuestro cerebro no resiste tendencias

Un asunto que sin analizarlo ya nos produce issues. Solo para dar algunos ejemplos, durante el verano pasado, el artículo estrella de la temporada fue el gran sombrero de Jacquemus, este otoño son chaquetas de peluche. Pero pronto, esos también serán reemplazados por una nueva tendencia, a eso nos referimos.

Sabemos que la esencia de la moda es que se reinventa a sí misma y esto atrae a los consumidores porque el cerebro no presta atención a lo que es familiar; se enfoca en estímulos desconocidos (y como fue dicho anteriormente los niveles de dopamina aumentan cuando vemos algo nuevo y emocionante) Este es el principio fundamental de la moda y explica la naturaleza insaciable del consumismo y el constante pensamiento de tener ropa nueva.

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“Loca Por Las Comoras”

Aparte de la protuberancia de la dopamina, la mente también puede estar tratando con el deseo de proyectar una imagen determinada, para indicar el estado o para hacer frente a sentimientos desagradables a través de elecciones de estilo. Y no se trata solamente del poder de querer encajar: vemos a otros con un artículo, y queremos tenerlo también.

La moda inunda el mercado con estilos, colores y texturas particulares con mucha frecuencia, por lo que algunas personas sienten que no están de moda si no llevan la última tendencia. Así con las tendencias al tope en el fast fashion, mantenerse al día significa consumir más y más.

Ver también: Científicos aseguran que ir de compras es bueno para la salud

¿Cómo asegurarnos de tomar decisiones conscientes y romper con el ciclo del consumismo?

Según investigadores de la Universidad de Rice pidieron a los participantes de un estudio que pensaran en un producto que ya poseían. En comparación con el grupo de control, estas personas tenían menos probabilidades de desear un nuevo producto; menos propensos a comprar impulsivamente; y menos dispuestos a pagar por nuevos productos. Por lo que estar agradecido por tu guardarropa actual puede ser justo lo que te impedirá comprar un atuendo barato que tirarás después de algunos usos.

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“Mean Girls”

Pero no solo eso, también debemos comprar de forma consciente sin importar el precio, pues podemos tener algo que no cueste mucho, cuidarlo y hacerlo durar, lo cual puede ser más fácil haciéndonos las siguientes preguntas: 1. ¿Cuándo lo usaremos? 2. ¿Es similar a algo que ya tengo? 3. ¿Realmente lo necesito?

Las respuestas pueden venir fácilmente o pueden tomar un tiempo, pero de cualquier manera, nos ayudarán a decidir qué comprar y más importante, saber si es buena decisión comprarlo.

Ver también: Test: ¿Eres adicta a las compras?

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