Un retroceso en la diversidad corporal
Los desfiles de la temporada otoño-invierno 2025/2026 dejaron una imagen difícil de ignorar: los cuerpos extremadamente delgados han vuelto a ocupar el centro de la moda. Apenas un 0,3% de las modelos que caminaron las pasarelas pertenecían a la categoría de talla grande, y solo un 2% representaban cuerpos considerados de talla media. En contraste, casi el 98% de las propuestas fueron presentadas por modelos con tallas entre la 32 y la 36.
Después de varios años de inclusión y campañas que celebraban la diversidad, el péndulo parece haberse inclinado nuevamente hacia un canon restrictivo. Este regreso a los cuerpos ultra delgados no es un hecho aislado, forma parte de un fenómeno más amplio que involucra factores culturales, económicos y médicos.
Entre el control del cuerpo y el auge del Ozempic
La tendencia coincide con la popularización de fármacos como el Ozempic, originalmente diseñado para tratar la diabetes tipo 2, pero ampliamente usado para adelgazar. Su normalización ha impulsado un nuevo ideal estético con cuerpos más delgados, rostros más afilados y la obsesión por corregir cualquier rastro de supuesta imperfección a través de procedimientos estéticos.
A la par, el auge de valores conservadores en distintos ámbitos sociales refuerza un discurso de control sobre el cuerpo femenino. La moda, espejo de las tensiones culturales de cada época, no ha sido ajena a ello, los cuerpos menudos, los escotes pronunciados y las prendas ultraceñidas vuelven a imponerse como sinónimo de feminidad y éxito.
La delgadez como símbolo aspiracional
El impacto de esta narrativa no se limita a las pasarelas. En redes sociales proliferan videos virales que glorifican figuras extremadamente delgadas y recuperan el discurso estético de los años noventa, conocido como heroin chic. Este estilo, que alguna vez fue duramente criticado por promover hábitos insalubres, ha resurgido disfrazado de glam minimalista.
El efecto dominó es evidente, pues, mientras las modelos compiten por alcanzar tallas cada vez más pequeñas para seguir siendo contratadas, miles de mujeres jóvenes reproducen esos patrones en busca de aceptación o visibilidad digital. La delgadez extrema vuelve a convertirse en un valor aspiracional y en un peligroso sinónimo de éxito.
Campañas y regulaciones que no bastan
Algunos organismos intentan contrarrestar esta tendencia. En Reino Unido, la Advertising Standards Authority prohibió recientemente imágenes de una editorial de Zara por considerarlas socialmente irresponsables debido a la delgadez de las modelos. Francia, por su parte, mantiene vigente una ley que exige certificados médicos para las modelos profesionales. Sin embargo, las cifras demuestran que las medidas son insuficientes si las propias marcas continúan perpetuando un ideal corporal inalcanzable.
Más que una moda, una responsabilidad colectiva
La delgadez extrema no solo pone en riesgo la salud física y mental de quienes forman parte de la industria, sino que también moldea la autoestima colectiva. Cada cuerpo mostrado en una campaña o en un desfile contribuye a definir qué se considera 0ceptable o deseable. La verdadera vanguardia no debería ser la talla, sino la representación plural de todas las formas de belleza.
En un momento donde la conversación sobre bienestar y salud mental es más urgente que nunca, la moda tiene la oportunidad —y la obligación— de no repetir los errores del pasado. Porque lo verdaderamente aspiracional debería ser un cuerpo sano, libre y diverso.