Descubrimos desde su relación con el mundo de la moda hasta los paralelismos que encuentra con Chanel.
Su historia dio un giro de 180 grados cuando, hace cinco años, decidió dedicarse a las artes visuales. Diplomada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana, trabajaba en una agencia de publicidad, pero sentía que no estaba explotando al máximo su vena creativa. Desde pequeña había pintado y dibujado, pero nunca había imaginado que las artes visuales podrían llegar a ser su vida. La señal que necesitaba llegó con un correo electrónico invitándola a exponer con un grupo de artistas emergentes llamado Ethos. A partir de allí, no paró de recibir invitaciones para participar de exhibiciones y al poco tiempo tuvo que rentar un taller en el centro de la Ciudad de México. Su estilo de dibujos geométricos, al que llama “Fractal Pop”, se ha hecho conocido no sólo en los círculos de arte locales, sino en el mundo de la moda, la cultura y varias marcas con las que ha colaborado. “Ya llevo cinco años sin parar de trabajar y no puedo creer cuando volteo hacia atrás y veo todo lo que he hecho”, dice Arantxa mientras platica sobre el proyecto para el que fue convocada por Harper’s Bazaar y que, junto a otros dos artistas visuales, le permite llevar su arte a un nuevo nivel de expresividad.
¿Qué paralelismos encuentras entre Chanel y tu trabajo?
Es curioso porque, justamente, con la marca comparto cosas que tal vez antes no veía. Coco Chanel tenía una fijación con las flores y justamente yo dibujo fractales, que son la representación orgánica del universo.
¿Cuál es tu relación con el mundo del lujo y la moda?
No me apego a ninguna marca, pero siento que rompo con el cliché de los artistas fachosos, porque me gusta sentirme bien y proyectarlo eligiendo mi ropa, mi perfume o yendo al salón a peinarme. Las marcas de lujo implican un estatus, pero también aportan una sensación de bienestar al usarlas. Volviendo a Chanel, me encantan sus creaciones; no me resultó difícil involucrarme con la iniciativa.
¿Cómo te sientes acerca de tu participación en el proyecto?
La herramienta que usé, el Tilt Brush, es totalmente nueva y te permite pintar en tercera dimensión, creando un universo dentro de un lienzo virtual. Vi el video de la herramienta y me dije: “Está genial, pero no hay nada como experimentarlo”. Porque puedes leer un libro de natación pero hasta que no te metas a la alberca no vas a saber qué es. Y lo mismo pasa con el Tilt Brush. Allí, todo es digital y, no bien te pones el visor, pintas en 3D, con los colores y texturas que elijas. Es un proyecto muy tecnológico y vanguardista, y me siento orgullosa y agradecida de que me escogieran.
¿Qué crees que sentirán quienes vean tu obra?
Emoción y curiosidad: es como subirte a un juego de Disneyland. Me encanta el paquete completo de tecnología, lujo y vanguardia. Una gran idea y un gran proyecto dirigido a una generación millennial –de la que soy parte– con toques mucho más frescos que hacen que la marca perdure.
¿Cuál fue el factor que te hizo decir “Sí, quiero participar en esta convocatoria de Harper’s Bazaar”?
Fueron muchos: el concepto, la herramienta, el prestigio de Chanel, la popularidad de Harper’s Bazaar y hacer un proyecto junto a grandes artistas.