La boda del año se celebraba en Venecia: barcos privados, música en vivo, fuegos artificiales sobre el Gran Canal. La boda de Jeff Bezos y Lauren Sánchez reunió a un elenco selecto de figuras globales. Sin embargo, una silla vacía no pasó desapercibida: la de Salma Hayek. Aunque su esposo, François-Henri Pinault, asistió solo al evento, ella se encontraba a miles de kilómetros, en un entorno completamente opuesto.
Aunque Salma Hayek no emitió comunicado ni explicación y no hizo falta que lo hiciera, sorprendió su ausencia durante el festejo más esperado del verano. Las imágenes la mostraban en Glastonbury, el legendario festival británico, acompañada de su hija Valentina y de amigas con las que mantiene una cercanía poco mediatizada. En lugar de sumarse a un fin de semana marcado por la ostentación, eligió el barro, la música en vivo y la libertad del anonimato parcial. Una decisión más íntima que ideológica, más personal que protocolaria.
No se trata de distancias, sino de prioridades
El gesto revela una preferencia clara: experiencias reales por encima del espectáculo social. Salma Hayek ha construido una carrera y una vida pública sin ceder del todo al dictado de la visibilidad. Lo que para muchos habría sido una oportunidad de figurar, para ella parecía prescindible.
La ausencia de Salma Hayek coincide con su decisión de priorizar siempre a sus seres queridos por sobre los eventos mediáticos, como la graduación del hijo de su esposo, Augustin, una ocasión privada y familiar que la actriz acompañó de forma discreta hace unas semanas. Su agenda, lejos de estar vacía, estaba organizada con un sentido de pertenencia distinto: hacia los suyos, hacia sus vínculos.
A pesar de los rumores que desató su ausencia, no hay señales de conflicto con los recién casados. Al contrario: Lauren Sánchez ha expresado en el pasado su admiración por Hayek, en especial por su labor en causas sociales y por su discreción en un entorno donde eso escasea. La falta de tensión pública entre ambas solo refuerza la idea de que esta fue una ausencia pactada y respetuosa.
Glastonbury, con su caos controlado y su energía auténtica, ofrecía otro tipo de riqueza: la de compartir con su hija un fin de semana sin expectativas externas.
Anya Taylor-Joy, Alanis Morissette, Salma Hayek, Chelsea Handler, Cara Delevingne, Minke and Malcolm McRae at Glastonbury 📸 pic.twitter.com/I7Wrjmm9cY
— Film Updates (@FilmUpdates) June 29, 2025