Este año, Angelina Jolie celebra su 50º cumpleaños. Géminis de nacimiento, su personalidad enigmática y profundamente espiritual ha sido una constante a lo largo de su vida pública y privada. Lo celebra rodeada de sus seis hijos: Maddox (23), Pax (21), Zahara (20), Shiloh (19) y los mellizos Vivienne y Knox (16).
Tres de ellos fueron adoptados cuando ella y Brad Pitt, entonces conocidos como Brangelina, decidieron formar una familia diversa y numerosa. Sin embargo, tras años de relación, diferencias irreconciliables llevaron al fin del matrimonio, seguido de una larga batalla legal por la custodia y el patrimonio familiar. Hoy, Angelina sigue adelante, centrada en su carrera, su activismo y, sobre todo, sus hijos.
Recientemente, la vimos brillar en el Festival de Cine de Cannes como musa y madrina de la casa de lujo Chopard, que desde hace décadas elabora la icónica Palma de Oro.
Pero más allá del glamour, hay gestos silenciosos que revelan su proceso personal. Uno de ellos es el tatuaje que lleva en el brazo izquierdo: una serie de coordenadas geográficas que marcan los lugares de nacimiento de sus seis hijos. Durante muchos años, una séptima línea completaba el conjunto: Shawnee, Oklahoma, ciudad natal de Brad Pitt.
En sus últimas apariciones públicas, esa línea ha desaparecido.
En su lugar, se ha tatuado una célebre frase atribuida a Galileo Galilei: Eppur si muove (Y sin embargo, se mueve). Una declaración sutil pero poderosa. A pesar del pasado, de los juicios, del dolor: la vida sigue. Y ella también.
Este gesto coincide con otros cambios significativos en su familia. Recientemente, su hija Shiloh inició el proceso legal para eliminar el apellido “Pitt” de su nombre, en un gesto de apoyo a su madre y de afirmación propia.
Así, los tatuajes de Angelina Jolie siguen siendo más que simples adornos. Son mapas de su vida, de su amor por sus hijos, de sus heridas y su fortaleza. Y como toda gran historia, se escriben también sobre la piel.