El maquillaje, como todo producto cosmético, tiene una vida útil definida. Sin embargo, es común que por apego estético o desconocimiento acumulamos productos más allá de su fecha de caducidad, sin considerar las consecuencias. Usar maquillaje caducado no solo compromete la calidad del resultado visual, sino también la salud de la piel.
Los productos cosméticos, especialmente aquellos en presentación líquida o cremosa —como bases, correctores, delineadores y máscaras de pestañas—, son propensos a alterar su fórmula con el paso del tiempo. Una vez caducados, pueden volverse irritantes, perder pigmentación o incluso convertirse en un entorno ideal para el crecimiento de bacterias y hongos. Esto puede desencadenar desde brotes de acné o enrojecimientos hasta infecciones oculares y reacciones alérgicas.
Incluso los productos de las casas más distinguidas, como Dior, Guerlain o Sisley, están sujetos a estas transformaciones. La clave está en conocer el símbolo PAO (Period After Opening), un pequeño ícono de tarro abierto que indica cuántos meses puede usarse el producto una vez abierto.
Señales de alerta
- Cambio de olor (rancio o químico)
- Alteración en la textura (más denso o separado)
- Color desvanecido o distinto
- Sensación inusual al aplicarlo
Recomendaciones para un tocador impecable y seguro
- Limpieza periódica: Revisa tu colección cada temporada. No se trata de cantidad, sino de curaduría impecable.
- Compra consciente: Prefiere fórmulas de alta tecnología y sellos de calidad dermatológica. Hermès, Westman Atelier o Givenchy ofrecen lujo sin compromisos.
- Almacenamiento adecuado: Guarda los productos lejos del sol y el calor. La exposición a la luz puede acelerar el deterioro.
- Higiene rigurosa: Usa brochas limpias, no compartas cosméticos y evita aplicar directamente desde el envase.
La sofisticación no reside solo en la marca o el empaque, sino en el respeto por la piel y el conocimiento del producto. Elegir conscientemente cuándo conservar y cuándo dejar ir también es un acto de amor propio y refinamiento. Porque la verdadera belleza comienza por el cuidado invisible.