Hay colores que evocan estaciones, emociones, hasta estados de ánimo. Y este verano, un tono en particular está reclamando su lugar como protagonista absoluto del nail art: el turquesa. Bajo el nombre editorial de Aqua Bloom, esta tendencia fusiona la serenidad acuática con un gesto floral inesperado, construyendo una estética entre lo marino y lo etéreo que no pasa desapercibida.
El turquesa, históricamente asociado a joyas ancestrales y talismanes protectores, encuentra en la manicura 2025 un nuevo territorio para desplegar su simbolismo. No se trata de una tonalidad plana, sino de una paleta completa que va del azul verdoso translúcido hasta el verde agua con matices lechosos. En todos sus matices, la consigna es clara: frescura, ligereza y un aire escapista que se siente tan natural como sofisticado.
¿Por qué Aqua Bloom?
La denominación no es casual. Aqua, por el origen marino del color, que remite a días luminosos, a la piel salada después del mar, a cielos despejados. Bloom, por su capacidad de florecer en distintas versiones: con acabado mate o ultrabrillante, en degradé con blancos opalescentes, o incluso combinado con detalles metálicos que simulan gotas de agua. La propuesta visual es clara: una floración líquida sobre las uñas.
Pero más allá del tono en sí, lo que convierte a Aqua Bloom en una tendencia poderosa es su capacidad de adaptarse a distintas narrativas personales. Puede ser llevada por quienes buscan una estética discreta y pulida, pero también por quienes apuestan por el maximalismo visual. Una manicura monocromática en turquesa lechoso transmite calma y frescura; en contraste, una base translúcida con detalles gráficos en tonos aqua construye una manicura experimental, digna de pasarela.
Cómo se lleva esta tendencia
Los salones especializados coinciden: la forma almendrada corta es la más solicitada para este color, aunque las uñas cuadradas también lo elevan con un aire moderno y geométrico. En cuanto al acabado, el efecto glossy wet gana popularidad —especialmente en versiones con top coat cristalino que simula el brillo de la superficie del agua al sol—. Para quienes buscan un twist inesperado, los detalles en nácar o el delineado en azul tinta funcionan como contrapunto sofisticado.
Aqua Bloom también se presta al juego de texturas: desde esmaltes en gel ultraluminosos hasta fórmulas mate que evocan piedras pulidas. Incluso, las versiones con shimmer finísimo —como el efecto ice dust— aportan una dimensión extra que transforma esta tendencia en una joya líquida para las manos.
La manicura como extensión del estado de ánimo
Lo interesante de Aqua Bloom es su temporalidad elástica: nace como un fenómeno veraniego, pero tiene la potencia de instalarse más allá de la temporada. No es una moda fugaz, sino un gesto de bienestar visual.
El turquesa, lejos de ser un capricho estacional, se convierte en un nuevo neutro contemporáneo. Uno que no busca pasar desapercibido, pero tampoco exagera con su presencia. Uno que flota entre lo natural y lo editorial. Y esa ambigüedad lo vuelve irresistible.