12 problemas de decoración que sólo las personas con muy buen gusto entienden

Nos han pasado más de uno, más de una vez. Cuando tu buen gusto se refleja en todos tus espacios, seguro entenderás estos 12 problemas de decoración.

Si eres la Monica Geller de tus amigos, éste es el pan de todos los días...

1. Entras a tu tienda de decoración favorita –ya sea de lujo o accesible– y la pieza que más te gusta es siempre la más cara. ¿Quién se iba a imaginar que ese juego de té costaría más que algunos muebles?

2. Has tenido que dejar de ver programas de makeovers en la TV porque tu nivel de estrés se dispara por los cielos. La voz en tu mente que dice “¡por favor, yo podría hacerlo mucho mejor…!” se vuelve cada vez más ruidosa.

3. Todos tus tableros en Pinterest son privados… si no, todos tus amigos acabarían con el mismo chaise longue. Seguro, es halagador, pero… no, gracias. via GIPHY 4. Nunca te devolvieron el depósito de tu departamento rentado. Y sabes (SA-BES) que tu casero ha aprovechado las mejoras que le hiciste para duplicar la renta.

5. Te has preguntado si realmente les agradas a tus amigos o sólo se juntan contigo porque les ayudas con su decoración. Con más frecuencia de la que te gustaría admitir, una ida al café termina en Pottery Barn…

6. Incluso tu mascota te juzga por tu carísima elección de telas. En serio, arañan más el cashmere o prefiere dormir sobre lana virgen…

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7. Tienes tantos libros en tu mesa de centro que ya no hay espacio para nada más. ¿Sí sabes que se llaman coffee tables por algo, no? Para poner el café, según…

8. A menudo llegas tarde a los lugares porque tuviste que hacer un “pequeño” ajuste en los cojines de tu cama. Porque tienes que asegurarte de que estén perfectos para cuando regreses a casa.

9. Tomas más fotos de tus repisas que de ti misma. Y sí, cada una de ellas requirió de un arduo trabajo de estilismo.

10. No puedes visitar a ciertos familiares porque te abruma el deseo de mover su sofá a la pared opuesta. Y no quieres empezar una pelea otra vez.

11. Cuando dices “¡Gracias, no te hubieras molestado!”, lo dices en serio. Ese regalo va directo al sótano.

12. Tu calendario está lleno de cenas de las que tú misma eres anfitriona. Y es que, seamos honestas, tu comedor parece salido de una revista de decoración.