En el 2015, un grupo de enfermeras de una casa de retiro en Gothenburg Suecia, dejó de trabajar sus acostumbradas ocho horas y comenzó a hacerlo por dos horas menos. Al finalizar el estudio, las enfermeras regresaron a sus rutinas habituales de ocho horas y notaron que no solo se sentían más cansadas pero que vivían con un constante mal humor que afectaba su productividad. </p>n
“Todo el mundo estaba contento”.</p>