Puede parecer inofensivo aplicarte un poco de base, corrector o incluso rímel waterproof antes de entrar a una clase de spinning o a una sesión de pesas. Después de todo, verse bien también influye en cómo nos sentimos. Sin embargo, maquillarse para hacer ejercicio no solo es innecesario, sino que puede generar desequilibrios reales en la piel, incluso con los productos más ligeros o formulados para resistir el sudor.
Hoy, en Harper’s Bazaar te explicamos, desde un enfoque de bienestar integral, los motivos dermatológicos y fisiológicos que invitan a dejar el maquillaje en casa antes de entrenar.
Bloqueo de los poros y sudor atrapado
Durante el ejercicio físico, la temperatura del cuerpo se eleva y las glándulas sudoríparas comienzan a trabajar para enfriar el organismo. Si la piel está cubierta con base, corrector o polvos, los poros no pueden liberar adecuadamente el sudor ni las toxinas. El resultado: obstrucciones que pueden derivar en brotes de acné, puntos negros o piel congestionada.
La combinación de maquillaje y sudor puede crear una película sobre la piel que impide la correcta transpiración, generando un microambiente perfecto para bacterias
Irritación y sensibilidad cutánea
La fricción del sudor con ciertos ingredientes cosméticos, sobre todo los que contienen fragancias, alcoholes o siliconas, puede provocar enrojecimiento, picazón o sensibilidad. Esto se intensifica si, además, hay contacto con toallas, bandas para el cabello o el roce constante de una mascarilla (en entrenamientos indoor).
Incluso las fórmulas etiquetadas como no comedogénicas —productos formulados para no obstruir los poros ni causar imperfecciones como puntos negros o acné— no están pensadas para permanecer sobre la piel durante una sesión de cardio. La actividad física altera el pH cutáneo, lo que puede volverla más susceptible a las reacciones.
Mayor proliferación de bacterias
Gimnasios, colchonetas, máquinas, toallas: el ambiente en el que hacemos ejercicio no suele ser estéril. Si hay maquillaje en el rostro, especialmente alrededor de los ojos o la nariz, el contacto accidental con superficies contaminadas puede aumentar el riesgo de infecciones como foliculitis o incluso conjuntivitis, en el caso de delineadores o máscaras para pestañas.
El maquillaje mezclado con sudor puede convertirse en una trampa perfecta para bacterias, especialmente en zonas como la línea de la mandíbula o la frente, donde se acumula más sudoración
Aceleración del envejecimiento cutáneo
Cuando la piel no puede respirar libremente durante el ejercicio —un momento en el que debería oxigenarse y eliminar toxinas—, se generan radicales libres en exceso. Estos compuestos inestables deterioran el colágeno y la elastina, acelerando procesos como la pérdida de firmeza, la aparición de líneas finas y la textura desigual.
El entrenamiento físico debería ser una oportunidad para revitalizar la piel desde adentro. Pero si se convierte en una rutina bajo capas de maquillaje, el beneficio para la piel se anula e incluso se revierte.
¿La solución?
Asiste a tus entrenamientos con el rostro limpio. Si necesitas un mínimo de cobertura, opta por una crema con color libre de aceites, con protector solar y sin siliconas. Mejor aún: deja que tu piel respire por completo durante ese tiempo. Recuerda que el glow post-entrenamiento no necesita iluminador; es uno de los pocos brillos que vale la pena presumir sin filtros.