¿Entrenar con gripe? El mito de sudar el virus y lo que realmente ocurre en tu cuerpo

¿Y si hacer ejercicio mientras estás enferma no fuera tan inofensivo como crees? Esto es lo que podría estar pasando en tu cuerpo cuando entrenas con gripe —y nadie te lo ha advertido

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¿Entrenar con gripe? El mito de sudar el virus y lo que realmente ocurre en tu cuerpo

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Cuando el cuerpo muestra señales de enfermedad, muchas personas enfrentan una disyuntiva: ¿escuchar a su cuerpo y descansar o insistir en mantener la rutina de ejercicio físico? En medio de la fiebre leve, el moqueo y la congestión, es tentador pensar que una buena sesión de cardio podría sacar el virus del sistema, pero la realidad fisiológica es otra. Hacer ejercicio con gripe —o incluso con un resfriado fuerte— no es una decisión menor, y puede tener consecuencias importantes.

¿Qué ocurre en tu cuerpo cuando entrenas con gripe?

Durante un cuadro gripal, el cuerpo entra en modo defensivo. El sistema inmunológico activa una serie de mecanismos para combatir el virus: se elevan los niveles de inflamación, aumenta la temperatura corporal y se intensifica la producción de anticuerpos. Este proceso consume mucha energía, y exige que el cuerpo redirija sus recursos a la recuperación.

Si en ese momento se somete al organismo a un esfuerzo físico intenso —como una rutina de fuerza, una clase de spinning o una sesión de HIIT— se produce un doble desgaste. Por un lado, los músculos demandan oxígeno, circulación y nutrientes; por otro, el sistema inmune sigue tratando de combatir el virus. Resultado: el cuerpo se satura y no puede cumplir eficientemente con ninguna de las dos funciones.

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Si estás enferma de gripe, realiza rutinas de baja intensidad

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Los riesgos de entrenar enferma

Mayor duración de la enfermedad

Estudios clínicos han mostrado que la actividad física intensa durante un cuadro viral puede prolongar los síntomas o provocar recaídas. El cuerpo necesita descanso para reparar tejidos y combatir la infección.

Deshidratación y fatiga extrema

Cuando tienes fiebre o congestión, es común que pierdas más líquidos. Entrenar en ese estado puede deshidratarte rápidamente, agravando el malestar general.

Sobrecarga cardíaca

Algunos virus, como los que causan la gripe estacional, pueden provocar inflamación en el músculo cardíaco (miocarditis). Hacer ejercicio en ese contexto puede aumentar el riesgo de arritmias o complicaciones cardiovasculares.

Compromiso del rendimiento físico y mental

Aunque algunas personas insistan en mantener su rutina, el rendimiento suele caer drásticamente. El cuerpo enfermo no responde con la misma coordinación, fuerza ni resistencia, y forzarlo puede generar frustración o lesiones.

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Entrenar mientras estás agripada podría ser perjudicial para tu recuperación

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¿Existe alguna excepción?

La regla médica conocida como arriba del cuello sugiere que, si los síntomas son únicamente nasales (como estornudos o congestión leve), se podría realizar ejercicio de baja intensidad, como caminar, estirarse o hacer yoga suave. En cambio, si hay síntomas debajo del cuello —dolor muscular, tos con flema, fiebre, escalofríos, fatiga intensa— lo más recomendable es suspender por completo la actividad física hasta sentirte recuperada.

Escuchar al cuerpo es parte del autocuidado

Uno de los errores más comunes en el camino hacia una vida saludable es confundir disciplina con rigidez. El descanso también es una forma activa de salud. Saber cuándo parar y permitir que el cuerpo se recupere no solo mejora la inmunidad, también previene lesiones, desequilibrios hormonales y desgaste emocional.

Hacer ejercicio mientras estás enferma de gripe no te hará sudar el virus ni acelerar la recuperación. Al contrario, puede agravar tus síntomas y alargar el proceso de curación. La mejor estrategia en estos casos es pausar, priorizar el descanso, mantenerte hidratada y retomar tu entrenamiento cuando te sientas realmente fuerte. Porque en salud, escuchar al cuerpo siempre es mejor que imponerle una rutina.

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