Esta temporada, las pasarelas de otoño-invierno 2025 abrazan un romanticismo contenido que dialoga con la historia del arte, la textura y el recuerdo. Inspirado en los tapices antiguos y los tejidos artesanales, este motivo floral se ha transformado en un nuevo símbolo de elegancia: una oda a lo táctil en tiempos dominados por lo digital.
Un regreso con profundidad histórica
El estampado tapiz tiene raíces en el textil europeo del siglo XIX, cuando los tejidos decorativos llenaban salones y vestíbulos con motivos florales densos y colores de tierra. Hoy, los diseñadores reinterpretan ese legado con una mirada moderna en siluetas limpias, cortes precisos y combinaciones que equilibran la exuberancia del estampado con líneas arquitectónicas. La nostalgia se vuelve sofisticación, no literalidad. Las flores ya no buscan parecer delicadas, sino potentes. Se presentan en tonos borgoña, verde musgo, dorado envejecido y azul profundo, evocando jardines reales invernales que resisten el frío.
De la pasarela al armario ¿cómo se lleva el tapiz floral?
En las colecciones recientes, firmas de alto nivel han apostado por este patrón en tejidos de jacquard, terciopelo o brocado. No es un estampado plano, sino una superficie que cobra vida, por ello la textura se vuelve protagonista de la temporada. El tapiz floral se adapta a distintas interpretaciones. En su versión más clásica, aparece en abrigos largos con estructura militar o en faldas midi con vuelo. En una lectura más moderna, se lleva sobre minivestidos combinados con botas altas, o como detalle en bolsos y accesorios que aportan contraste a un total look neutro.
El nuevo romanticismo invernal
Lejos de lo primaveral, las flores de invierno se visten de sombras. Este motivo adquiere profundidad cuando se combina con tejidos densos —lana, terciopelo, tweed— y con accesorios de inspiración vintage. Una blusa con estampado tapiz puede acompañar a un pantalón de cuero, mientras que un abrigo floral se convierte en protagonista sobre una base monocromática. El resultado es una elegancia que no teme al ornamento, pero que lo domestica con precisión. La feminidad aquí no es frágil, sino sólida, sostenida por la textura y la historia.
Una tendencia que celebra lo hecho a mano
En tiempos de producción masiva, el tapiz floral reivindica el valor de lo artesanal. Cada pieza parece contar una historia tejida a mano, recordando que la moda también puede ser una forma de memoria. No es coincidencia que resurja en una temporada marcada por el deseo de calidez, tacto y conexión con lo tangible.
Las flores de invierno y el estampado tapiz no son solo una tendencia, sino una metáfora de la elegancia que perdura. En un otoño que mira hacia lo esencial, esta estética ofrece una pausa. Es un recordatorio de que el lujo también puede ser una textura, una sombra, una flor que resiste ante la adversidad.