El amor lo celebramos en todas sus dimensiones y formas, por eso hay que seguir besándonos contra el odio.
Por Genaro Lozano
Apenas en diciembre pasado, una pareja gay acudió a divertirse a Six Flags, como cualquier otra pareja. Se subió a algunos de los juegos del parque, gastó dinero en comida, se tomó selfies y en algún momento decidió darse un beso. Policía privada y uno de los directivos del parque decidieron que el beso estaba prohibido, que no ponía un buen ejemplo. Así que decidieron sacar a la pareja del parque con el pretexto de que no se permiten expresiones afectivas así a ningún tipo de pareja.
Lo cierto es que si uno geolocaliza en Instagram la ubicación del parque, encontrará cientos de fotos de parejas hetero besándose. Como respuesta a la discriminación de la pareja gay, al día siguiente decenas de activistas realizaron un besotón a las afueras del parque y éste ofreció disculpas y prometió acciones para reparar el daño. En enero, una joven pareja de lesbianas esperaba su turno para comprar un helado en el Centro Histórico, se dio un beso amoroso y, en segundos, una mujer a su lado comenzó a agredirlas con violencia verbal y física, argumentando que no eran un buen ejemplo para su hijo adolescente, sentado al lado de ellas. Nadie las ayudó. También en enero, una pareja gay fue agredida a golpes en una taquería en la CDMX por un tipo que les gritó insultos homofóbicos por darse un beso.
Agresiones ocurridas en CDMX, la ciudad más progresista del país
Todas esas agresiones ocurrieron en la ciudad más progresista del país, en la ciudad en la que tenemos asegurados la mayor parte de derechos para todas las personas, orientaciones e identidades. Hace poco más de 12 años, el 21 de diciembre de 2009, la Ciudad de México hizo historia y se posicionó en todos los medios internacionales porque había conseguido algo que Nueva York, Londres o París aún no lograban: el reconocimiento legal del matrimonio entre parejas del mismo sexo. La entonces Asamblea del Distrito Federal aprobó la iniciativa presentada por David Razú, un diputado heterosexual, y que era impulsada principalmente por la coalición “Sociedad Unida en Defensa del Matrimonio Igualitario”, una red de organizaciones del movimiento LGBT.
La aprobación de la Ley Razú inició un lento, pero sostenido efecto en el resto del país. La Ley Razú entró en vigor en marzo de 2010 y ese año el Registro Civil del aún Distrito Federal contabilizó 712 matrimonios entre parejas del mismo sexo, 390 de parejas gays y 322 de parejas lésbicas. En 2014 se registró el número más alto de matrimonios igualitarios con 1611 enlaces matrimoniales. Para 2021, la Ciudad de México contabilizaba un total de 14,506 matrimonios entre parejas del mismo sexo, de las cuales 7,682 han sido de pareja hombre-hombre, mientras que 6,824 de mujer-mujer. La lucha por el matrimonio igualitario en México no ha sido sencilla. Activistas empezaron a demandar el reconocimiento público de las parejas del mismo sexo desde inicios del nuevo milenio.
El precedente de la Ley Razú
En 2001, cientos de activistas realizaron un besotón por el amor, a un costado del Palacio de Bellas Artes, demandando que se aprobara la iniciativa de Sociedades de Convivencia. Esta era una especie de unión civil para parejas del mismo sexo, lo más parecido a un matrimonio, pero que no cambiaba legalmente el estado civil de una pareja que lo firmaba.
Simplemente servía para dar un reconocimiento simbólico y para poder exigir visitas hospitalarias en caso de enfermedad o accidente de alguno de los convivientes. Esta iniciativa fue aprobada en noviembre de 2006, luego de cinco años de debates legislativos y es el precedente a la ley Razú de matrimonio igualitario. Dicha ley se benefició del largo debate social por las sociedades de convivencia, ya que la ley de matrimonio igualitario fue aprobada en tan sólo tres meses de discusión, en 2009.
La lucha ha tenido que ser entidad por entidad
Dado que México es una Federación, el matrimonio civil es competencia de los estados y por ello la lucha por conseguirlo ha sido estado por estado. Activistas de todo el país han buscado el reconocimiento del matrimonio igualitario, usando distintas estrategias. Desde campañas mediáticas para defender que #ElAmorNoDiscrimina o #LoveisLove, hasta el cabildeo legislativo en los 32 congresos locales. También haciendo litigio estratégico para que las Supremas Cortes de cada estado atraigan los casos y ordenen que se otorguen licencias de matrimonio para parejas en donde no se ha reconocido legislativamente el matrimonio.
En 2016, el presidente Enrique Peña Nieto sorprendió al presentar una iniciativa para hacer que el matrimonio civil fuese competencia federal y reconocer así los matrimonios igualitarios en todo el país. El PRI abandonó al presidente y la iniciativa sólo tuvo como efecto despertar el activismo antiderechos del Frente Nacional por la Familia, de la Iglesia Católica y de un sector del PAN que salió copiosamente a las calles a protestar contra la “iniciativa gay de Peña”. La iniciativa fue desechada por el Congreso Federal y el reconocimiento al matrimonio igualitario continuó desde el activismo en los estados y con personas legisladoras aliadas en los congresos locales.
Se han logrado grandes avances, pero todavía falta
Desde 2010 y hasta enero de 2022, 26 de 32 estados han legislado a favor del reconocimiento del matrimonio igualitario. En los casos de Nuevo León, Jalisco y Guanajuato, no realizaron cambios legislativos, pero las cortes locales obligaron a los gobiernos de los estados a otorgar licencias de matrimonios civiles a parejas del mismo sexo sin necesidad de un amparo. Hay que decirlo claramente: en todo México una pareja del mismo sexo se puede casar en cualquier entidad y su matrimonio es reconocido en todo el país. Sin embargo, en Durango, Tamaulipas, Guerrero, Veracruz y en el Estado de México todavía es necesario recurrir a un amparo para que los registros civiles de estas cinco entidades otorguen una licencia de matrimonio civil a una pareja del mismo sexo. Este 2022, el activismo LGBT podría conseguir que esos cinco estados legislen y que el matrimonio esté ya regulado en todas las entidades.
A celebrar el amor sin restricciones
El 14 de febrero celebramos el amor en todas sus dimensiones: El de una pareja heterosexual que va a cenar y se compromete en matrimonio; también el de una pareja de lesbianas que se besa en Paseo de la Reforma, simplemente porque se aman; o el de una pareja de hombres que acude al cine, tomados de la mano y se besan en plena película. El amor no discrimina. El amor es uno de los sentimientos más poderosos y sublimes que nos hace ser mejores seres humanos. El odio, en cambio, es destructivo y como sociedad nos condena a la violencia. Digamos sí al amor, a celebrarlo en todas sus formas. En México tenemos derecho a amar a quien queramos y, a pesar de esto, la violencia homo-lesbo-bi-transfóbica persiste. Solo con personas aliadas podremos ponerle un alto. A besarnos, a amarnos, a cuidarnos entre todas, todos y todes. A seguirnos besando contra el odio. ¡Qué viva el amor, siempre! Sigue leyendo...
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