Cuando el cabello comienza a caerse más de lo habitual, se debilita o pierde su brillo natural, pocas personas consideran que el culpable podría ser una hormona silenciosa pero poderosa: el cortisol. También conocida como la hormona del estrés, el cortisol se libera en situaciones de alerta, pero cuando se mantiene elevado por largos periodos, puede tener consecuencias que trascienden el estado de ánimo o el sueño. El pelo, aunque muchas veces se trata sólo como un tema estético, es un reflejo más de cómo se encuentra nuestro cuerpo internamente. Y el cortisol, en particular, tiene mucho que decir.
¿Qué es el cortisol y por qué afecta al cabello?
El cortisol es una hormona producida por las glándulas suprarrenales. Su función es ayudar al cuerpo a reaccionar ante situaciones de estrés, elevando el nivel de azúcar en la sangre, supliendo energía rápida y modulando funciones como la inflamación. Pero cuando el estrés se vuelve crónico —por ejemplo, por una carga laboral abrumadora, problemas emocionales o falta de sueño constante—, el cuerpo entra en un estado de alerta continua. Y ahí es donde comienzan los problemas.
El cuero cabelludo es una de las zonas más sensibles al desequilibrio hormonal. Diversos estudios han demostrado que el exceso de cortisol puede interrumpir el ciclo natural de crecimiento del pelo, acelerando la fase de caída y deteniendo la fase de crecimiento. Como consecuencia, aparece lo que los dermatólogos denominan efluvio telógeno, una caída difusa del cabello que puede durar varios meses.
Estrés prolongado = pelo más débil y quebradizo
Más allá de la caída, el cortisol elevado afecta la calidad general del pelo. Al alterar la microcirculación sanguínea en el cuero cabelludo, los folículos reciben menos oxígeno y nutrientes, lo que da lugar a una melena más opaca, con frizz, puntas abiertas y falta de densidad. Incluso puede interferir con la producción de sebo, provocando tanto sequedad como exceso de grasa, dependiendo del caso.
¿Cómo saber si el cortisol es el culpable?
Aunque solo un análisis de sangre puede confirmar los niveles de cortisol, hay señales que el cuerpo emite: fatiga constante, insomnio, ansiedad, irritabilidad, aumento de peso abdominal y, claro, cambios en el estado del cabello. Si experimentas varios de estos síntomas al mismo tiempo, es probable que tu cuerpo esté pidiendo una pausa.
¿Qué se puede hacer?
Recuperar la salud capilar pasa necesariamente por reducir el nivel de estrés. Técnicas como la meditación, el ejercicio moderado, el descanso adecuado y la terapia psicológica pueden ayudar a normalizar el cortisol. Además, es recomendable llevar una alimentación rica en antioxidantes, vitaminas del complejo B, hierro y zinc, todos esenciales para la salud del cabello.
En paralelo, es importante evitar prácticas agresivas como decoloraciones frecuentes, calor excesivo o peinados muy tirantes, ya que el pelo en estado vulnerable no tolera la misma exigencia que uno sano.
El cortisol puede parecer una amenaza invisible, pero su impacto sobre la salud capilar es real y significativo. Comprender esta relación es el primer paso para tomar el control no solo de tu melena, sino también de tu bienestar integral. Porque el pelo, como la piel y el cuerpo, también habla cuando algo no está bien. La clave está en saber escucharlo.