Natalia participó en la producción de dos cintas de Disney nominadas al Oscar, por lo que su talento vale oro para su división animada.
Por Mario P. Székely
Cuando la noche del domingo 27 de marzo se anunció el Oscar de Mejor Película Animada por parte de las actrices Lily James, Naomi Scott y Halle Bailey, los sueños de la mexicana Natalia Adame se cristalizaron al ser parte de una producción con el calibre para ganar el Premio de la Academia.
“Tras saber que Encanto ganó el Oscar, puedo decir que el cariño y admiración que siento por esta familia es indescriptible”.
“Tener la oportunidad de colaborar y aprender de un grupo de personas que no sólo son inmensamente talentosos, sino generosos y de gran calidez humana, es un regalo de la vida. Mi corazón está feliz y profundamente agradecido”, compartió Adame en exclusiva para Harper’s Bazaar México.
Y es que la historia de éxito de Natalia, nativa de Saltillo, Coahuila, no fue sólo por el éxito de Encanto. También fue parte del staff de la otra cinta nominada, Raya y El Último Dragón.
De Saltillo a Los Ángeles, en busca del sueño de contar películas
Natalia, de 36 años, estudió Mercadotecnia en Monterrey, Nuevo León, mudándose a Los Ángeles buscando ser parte de la experiencia de contar películas. Pero aún no sabía dónde podría poner en acción su entusiasmo y estudios. Luego de trabajar unos años para ABC, se enteró que Disney tenía posiciones en las áreas de producción, en su división de animación.
“Cuando originalmente me vine a Los Ángeles, fue con el objetivo de involucrarme en el mundo de la narrativa cinematográfica. La verdad no sabía que mis ganas de ser parte de contar una historia iba a conducirme al género de la animación”, relata.
“Me di cuenta que el mundo de la animación es un híbrido entre tecnología y arte, que exige combinar el lado racional con el emotivo de un artista. Eso es perfecto para mí, porque siento que mis habilidades encajan”, describe.
“Lo más curioso es que, en alguna entrevista de trabajo, llegué a decir que lo que más me gusta es hacer llorar a la gente, refiriéndome a que quiero emocionarla con el tipo de trabajo en que me involucro”.
Inició con el pie derecho: de inmediato, las nominaciones
En su primer proyecto, Raya y El Último Dragón, Natalia Adame participó en la etapa que en inglés se conoce como ‘sweatbox’ (término usado desde los tiempos de Walt Disney por tratarse de un sitio de concentración de varias personas), la cual describe así:
“Mi trabajo, como Asistente de Producción, era ayudar a que las cabezas de cada departamento se comunicaran entre sí, particularmente cuando revisan cada una de las escenas en camino de tener la aprobación final”, recuerda.
Durante su trabajo en Raya (co-dirigida por el mexicano Carlos López Estrada) Natalia pudo disfrutar de la experiencia multicultural dentro de Disney. También asistió a los artistas e ingenieros del departamento de estereoscopía, donde se generan las imágenes en tercera dimensión.
Para Encanto, aportó su parte latina. Formó parte del equipo al que los animadores y realizadores consultaban acerca de las tradiciones latinoamericanas, hábitos y costumbres. Ahí mismo, ayudó a crear una dinámica de trabajo para que los artistas pudieran trabajar desde casa, debido a la pandemia.
“Pude ser testigo del extraordinario cuidado, amor y entrega que los artistas y el equipo de producción ponen segundo a segundo. Una parte de nosotros se queda en cada cuadro de imagen y esa pasión se puede sentir y ver en cada toma”, explica Natalia.
La historia de Natalia apenas comienza
Para Natalia, el sueño sigue. Al momento de esta entrevista estaba con maletas en mano, lista para partir a una locación secreta para investigar pormenores de su nueva producción para Disney.
Sin olvidar sus orígenes, Adame aprovecha para subrayar que si en México, especialmente en Coahuila, hubiera tenido más conocimiento sobre cómo hay personas que crecen para ser artistas de la animación, seguramente se hubiera interesado desde más chica.
“Desde niña, en Saltillo, veía los créditos del final de películas como La Bella y la Bestia y La Sirenita, sin saber quienes eran estas personas. Pero siempre las admiré. Ahora, me encuentro trabajando con algunos de estos directores, productores y animadores y eso me pone la piel chinita de emoción”.
“Más aún, que aparezca mi nombre ahora en los títulos finales, es la cereza del pastel. Es toda una experiencia que me da orgullo y genera mucho agradecimiento. Todo esto me llevó a sentirme parte de la familia Disney desde el día uno”, expresó con la misma voz que sus personajes de la niñez, cuando descubrían que estaban listas para salir de casa a vivir su gran aventura.
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