No hay poses teatrales ni rostros reconocibles. En su nueva campaña Otoño/Invierno 2025, Gucci apuesta por una narrativa honesta y profundamente humana: Portrait Series, un proyecto visual y emocional protagonizado por 42 personas reales —no modelos, no influencers— que encarnan una nueva forma de entender el estilo. Con esta iniciativa, la casa italiana dirigida artísticamente por Denma reafirma su interés en el individuo, en lo cotidiano elevado, en la ropa como una extensión de la identidad.
Fotografiada por Catherine Opie, una artista visual reconocida por su trabajo con retratos íntimos, la campaña se presenta como una exploración del gesto auténtico. Cada imagen parece capturada en ese instante en que la persona se olvida de la cámara: la forma en que una chamarra cae al sentarse, cómo una bufanda se acomoda al caminar, o la manera en que se sostiene una bolsa con familiaridad. Aquí, la moda no se impone, se habita.
La fuerza del proyecto reside en que los protagonistas no interpretan papeles. No hay acting. La ropa no se impone sobre la persona, sino que se funde con su historia. Esta decisión convierte cada look en un manifiesto de autenticidad. La colección misma —llena de referencias al estilo italiano despreocupado, al sprezzatura que define el legado de Gucci— se ve revitalizada por la presencia de quienes la llevan: personas comunes que transmiten algo extraordinario.
Como complemento visual, la cineasta Lisa Rovner dirigió una serie de videos donde los participantes responden a preguntas abiertas. Las respuestas no son ensayadas. Hay risas, recuerdos, silencios. Momentos que revelan que detrás de cada imagen hay una vida, una personalidad, una voz.
Gucci, en lugar de hablar por sus protagonistas, les da el micrófono.
En tiempos donde la industria de la moda parece obsesionada con la perfección digital, esta campaña se siente casi revolucionaria. El lujo, nos recuerda Gucci, no está reñido con lo real. Por el contrario, puede encontrar su expresión más poderosa en el lenguaje sutil del día a día.
Denma —quien está al frente de la dirección creativa— logra aquí una alquimia precisa: rescata los códigos icónicos de la firma italiana y los proyecta hacia el futuro con una sensibilidad actual. Los tonos, las siluetas, el styling de Suzanne Koller y la dirección de arte de Riccardo Zanola, trabajan en conjunto para celebrar la naturalidad estilizada que siempre ha distinguido a Gucci. Pero esta vez, lo hacen desde un lugar mucho más íntimo.
Gucci Portrait Series no solo es una campaña de moda. Es un retrato coral de lo que significa vestirse hoy: reconocerse en el espejo con la ropa como aliada y no como disfraz. Un ejercicio de empatía visual que, sin duda, marcará pauta en la conversación sobre representatividad en el lujo. Porque, como demuestra esta colección, cuando la moda es real, también es inolvidable.