Con su desfile de otoño‑invierno 2025/2026 en París, Daniel Roseberry, director creativo de Schiaparelli, lanzó una sutil pero poderosa referencia a la histórica rivalidad entre Elsa Schiaparelli y Gabrielle Coco Chanel. Lo hizo a través de un montaje dramático, una paleta en blanco y negro y siluetas que homenajean la irreverencia creativa de la italiana. Su espectáculo en el Petit Palais fue descrito por los medios como un tributo teatral al legado de Elsa, fusionando surrealismo y modernidad que también marca el fin de una era en la marca.
Este gesto no fue casual. Daniel Roseberry evocó a Elsa Schiaparelli, pionera en la moda surrealista de los años 30, generadora de titulares y enemiga declarada de Chanel. Esa enemistad marcó una época, definió estilos opuestos que todavía resuenan en los corredores del poder de la haute couture.
El duelo: elegancia contra audacia
Chanel y Schiaparelli encarnaron dos filosofías opuestas en la década de 1930:
Coco Chanel promovió la sobriedad, la comodidad y la estructura elegante: el pequeño vestido negro, los trajes de tweed y el icónico Chanel No. 5. Sus creaciones eran un manifiesto de funcionalidad con estilo refinado.
Mientras que Elsa Schiaparelli incursionó en lo provocador: diseños surrealistas, trompe‑l’œil, colores shocking pink y accesorios excéntricos. Sus colaboraciones con Dalí y Man Ray impulsaron una estética disruptiva que marcó su legado.
Ambas diseñadoras se vieron atraídas por el mismo público, pero nunca del mismo modo. Coco acusó a Elsa de ser esa artista italiana que hace ropa, mientras Schiaparelli la devolvía con un despectivo esa sombrerera. Esos insultos públicos cristalizaron el enfrentamiento.
El incidente que desafió la gravedad
La tensión escaló en una famosa fiesta de disfraces previa a la Segunda Guerra Mundial. Coco Chanel supuestamente guio a Elsa Schiaparelli, vestida como un árbol, hacia un candelabro encendido. Su vestido prendió fuego, pero fue salvada por invitados que apagaron las llamas con las bebidas que tenían en la mano. Un episodio que pudo haber acabado muy mal, según relatan las crónicas.
Este encuentro demuestra que, para Chanel, la estética no era un juego leve, y para Elsa, la provocación era parte del espectáculo. Esa noche, la enemistad se encendió —casi literalmente— convirtiéndose en leyenda.
Fragancias y estrategias: perfumes como armas
La batalla también se movió al terreno de los perfumes. Chanel dominaba con su clásico No. 5, mientras Schiaparelli respondió con Shocking, un aroma envuelto en un frasco inspirado en Mae West, rebosante de provocación. Con ello destacó que la contienda entre marcas abarcaba no sólo la apariencia, sino la voz de una identidad olfativa.
El homenaje de Roseberry en París 2025
Esta mañana, durante el desfile de la Semana de Alta Costura de París 2025/2026, Roseberry aludió a esa tensión histórica. Sus modelos en blanco y negro, sin corsés tradicionales y llenos de fluidez, reescriben el código de Schiaparelli, planteando una belleza moderna y arriesgada. Al ambientar su colección con atmósfera de cine y técnicas del pasado, Roseberry reafirma que Schiaparelli fue una contraparte poderosa y creativa a Chanel.
No es sólo una celebración del legado, sino una estrategia narrativa: resaltar que la maison Schiaparelli desafió, innovó y, aunque reinterpretándose a sí misma, hoy sigue más viva.
La mítica rivalidad entre Chanel y Schiaparelli fue un choque de visiones, egos y creatividades. Ambas definieron lo que hoy entendemos por haute couture, y su enfrentamiento sigue inspirando. Con su desfile 2025‑2026, Daniel Roseberry resucita ese duelo, recordándonos que la moda no es sólo belleza: es una historia de arte, poder y audacia.
La tensión entre funcionalidad y fantasía, discreción y choque visual, persiste como un faro para diseñadores y amantes del estilo. Al citar esa enemistad ancestral, Roseberry construye un relato que va más allá de las prendas: es una oda a la valentía creativa que define a Schiaparelli y un guiño estratégico a la memoria dramática en la pasarela.