Gustave Courbet, Desnuda durmiendo, 1862</b></h3>n
Cuando a Gustave Courbet, padre del realismo, le pidieron que pintara un ángel, respondió u201cNunca he visto ángeles. Muéstrame uno y lo pintaré.u201d El desnudo de Courbet toca tierra y se distingue de las perfectas Venuses que populaban el arte en 1800 por sus medias arrugadas, proporciones no idealizadas y desaliñado vello en la axila. Este atrevido énfasis en la realidad marca el camino para impresionistas como Monet, para comenzar a retratar el mundo a través de los ojos en lugar de un idealismo impecable.</p>
Gustav Klimt, Danae, 1907</b></h3>n
Una fusión virtuosa entre despampanante oro y lujoso bermellón, la Danae</i> de Klimt figura como una de las pinturas más hermosas en el simbolismo vienés. Retratando a la clásica imagen de la princesa bañada por la cascada de luz que encarna Zeus, Danae </i>es la sensualidad puesta en un cuadro.</p>
Henri Matisse, Desnudo azul (Souvenir De Biskra), 1907</b></h3>n
Esta obra maestra es una de las primeras pinturas fauvistas de Matisse, conocida por sus colores vibrantes y fluida gestualidad. La modelo no era realmente azul, por supuesto, pero el artista guía al ojo hacia los sutiles matices de color que, más que a la realidad, reflejaban su sensibilidad, creando pinturas con profunda carga emotiva que todavía resuenan en el presente.</p>
Marcel Duchamp, Desnudo bajando una escalera No. 2, 1912</b></h3>n
Marcel Duchamp, el enigmático padre del arte contemporáneo, sorprendió audiencias con su maestría cubista. El cuadro ostenta una mujer descendiendo las escaleras, abstraída en planos geométricos a tal punto que es imposible adivinar espacio o tiempo. Con su obra, Duchamp llevó al cubismo más lejos que Picasso, impulsando mayores exploraciones de la abstracción de la pintura del siglo XX.</p>
Amedeo Modigliani, Desnudo reclinado, 1917-18</b></h3>n
Amadeo Modigliani comenzó como escultor en París antes de encontrarse con el lienzo. La profunda influencia de la escultura africana y el cubismo siempre se vio plasmada en sus desnudos, los que consiguen permear la presencia de la modelo al espectador. El erotismo de Desnudo reclinado</i> es tan palpable que, cuando la pintura fue exhibida en París en 1917, la galería fue casi inmediatamente clausurada por la policía por indecencia. Hoy, la obra se mantiene una obra maestra del siglo XX.</p>
Egon Schiele, Mujer desnuda acostada sobre su estómago, 1917</b></h3>n
Capturando el expresionismo temprano, la obra apasionada y torturada de Schiele comunica directamente el enlace entre sexo y muerte, pasión y dolor, como descrito en las teorías de Freud. El trazo torcido del artista crea siluetas casi desfiguradas, mas profundamente bellas y sensuales.</p>
Tom Wesselmann, Gran desnudo americano No. 92, 1967</b></h3>n
A mediados del siglo XX, el arte pop, liderado por Andy Warhol, Roy Lichtenstein y Tom Wesselman, llevó a la cultura popular estadounidense a la esfera del arte de excelencia. Tomando la cultura de la fama y el lenguaje publicitario, el Pop Art retrató el mundo americano del capitalismo y el consumo. Los Grandes desnudos americanos </i>de Wesselman utilizaron el estilo </i>Playboy para transformar el desnudo a un contexto contemporáneo: uno enfocado en la objetificación y comercialización de la sexualidad en lugar de su aspecto psicológico. Pulcros, coloridos y seductores, los desnudos se ofrecen de manera fehaciente al espectador, como nunca antes se había visto en la historia del arte.</p>
Lucien Freud, Supervisora de ganancias durmiendo, 1995</b></h3>n
El nieto de Sigmund Freud, Lucien, pintó retratos que revelaron una intimidad en bruto en la figura humana, exponiendo la piel en todo su apelmazado detalle. Freud formó profundas conexiones con sus modelos, fruto de los largos tiempos en que las hacía posar, incluso años, para un sólo cuadro. En el retrato de Sue Tilly, Freud abandona el deseo idealizado de la forma para crear arte con un impacto emocional inmediato e intenso.</p>
Mickalene Thomas, El gusto fuera del amor, 2007</b></h3>n
Hasta este punto, esta lista sólo ha incluido artistas hombres, con la mujer sólo partícipe como objeto del deseo. Mickalene Thomas, una pintora africana americana asentada en Brooklyn, trastoca esta tendencia creando cuadros que empoderan a sus modelos transmitiendo la voz afroamericana a la historia del arte. Con un desnudo en la misma postura de un Courbet o Manet, sólo que con la identidad negra como protagonista, Thomas exige al espectador confrontar el legado de objetificación y sexismo inherente a la narrativa de las bellas artes.</p>