En el dinámico paisaje de la moda contemporánea, pocas figuras ficticias han logrado un impacto tan duradero como Carrie Bradshaw. Desde su debut en Sex and the City —hace 27 años— hasta su reaparición más madura en And Just Like That. Su estilo ha sido una declaración de identidad, una celebración del riesgo y, sobre todo, una manifestación estética de la libertad femenina.
En los años dorados de Sex and the City, Carrie —encarnada por Sarah Jessica Parker y vestida por la visionaria Patricia Field— redefinió las reglas de la moda televisiva. Su guardarropa no seguía tendencias: las desafiaba. Podía combinar un tutú con stilettos, un top de diseñador con una falda inesperada, y hacerlo todo con una naturalidad desarmante. Su estilo era editorial, pero vivía en las calles de Manhattan.
Cada look era un manifiesto: osadía, ironía, romanticismo y caos, todo en una misma silueta. Carrie no se vestía para complacer, sino para contar quién era ese día, a esa hora. Era moda como narrativa personal.
Las películas de Sex and the City llevaron ese estilo al límite de lo fantástico. El vestuario se convirtió en una exhibición de lujo extremo: el inolvidable vestido de novia de Vivienne Westwood, las estructuras esculturales, los stilettos imposibles. Carrie, ahora figura pública y autora reconocida, se movía entre piezas de alta costura como si fueran extensiones de su piel.
Y sin embargo, la esencia no cambió: el estilo seguía siendo profundamente emocional, impulsivo y, por momentos, contradictorio. Ahí residía la fuerza del entrañable personaje de Sarah Jessica Parker.
Reinvención con memoria: And Just Like That...
En And Just Like That..., Carrie vuelve a un Nueva York diferente —y a un cuerpo y una vida transformados—, pero su lenguaje visual sigue siendo poderosamente el suyo. Bajo la dirección de Molly Rogers y Danny Santiago, antiguos colaboradores de Field, su estilo madura sin domesticarse.
Hay una apuesta clara por lo arquitectónico, lo retro, lo teatral. Carrie recurre a la sastrería fluida, al layering inesperado, a combinaciones de texturas que hablan de experiencia y sensibilidad. Sigue apostando por los grandes accesorios, las siluetas que cuentan historias y los zapatos como punto de fuga emocional.
A 27 años del estreno de Sex and the city, Carrie no ha perdido su instinto. Solo ha afinado su estilo y lo ha transformado con su toque personal inigualable.
Carrie Bradshaw nos enseñó que la moda no es una cuestión de edad, ni de reglas. Que el estilo más poderoso es aquel que se niega a encajar. Su legado no está en haber dictado tendencias, sino en haberlas ignorado con elegancia.
Más que un ícono de estilo, Carrie es una arquetipo moderno: la mujer que se viste para habitar su mundo como quiere, y no como se espera de ella. Ya estamos ansiosas por ver la tercera temporada de And Just Like That... y lo mejor es que se estrena este año.
Me gusta tener mi dinero justo donde pueda verlo: colgado en mi clóset...