El drapeado es una técnica clásica que ha evolucionado desde la Antigua Grecia para reinventarse en la pasarela contemporánea. Consiste en plegar, fruncir o envolver la tela justo en los puntos clave del cuerpo: cintura, escote, laterales de la cadera o espalda. Esa fluidez visual crea volumen donde conviene y delinea curvas de una forma sutil y sofisticada.
Hoy, marcas como Zara han adaptado esta fórmula a propuestas accesibles, combinando tejidos fluidos con estética minimalista. Modelos midi o cortos con drapeados estratégicos en cintura o pecho ofrecen acabados favorecedores por menos de 30 euros.
Motivos para elegir un vestido drapeado
- Afinan la cintura y suavizan el abdomen: los pliegues laterales disimulan zonas que pesan visualmente, creando una línea más esbelta.
- Añaden movimiento a figuras rectas: las formas fluidas dan sensación de volumen en siluetas tipo rectángulo.
- Alargan la figura en bajitas: si los pliegues se orientan verticalmente, generan una ilusión óptica que estiliza la estatura.
- Potencian el busto sin recargarlo: un drapeado suave en el pecho añade presencia sin caer en lo excesivo.
- Efecto equilibrio hombros-caderas: ideales para figura en triángulo invertido, crean volumen visual en la zona inferior.
¿Cómo integrar los vestidos drapeados a tu estilo?
Los vestidos drapeados funcionan tanto en contextos elegantes como en looks casuales. Para un evento o boda, elige tejidos satinados o de corte midi. Úsalos con sandalias metálicas o tacones minimalistas. Para el día, versiones en viscosa o algodón fluido combinan a la perfección con mocasines o bailarinas.
Durante otoño/invierno pueden combinarse con medias opacas y botines, creando un equilibrio entre estructura y fluidez. Los vestidos en colores sobrios o estampados discretos como lunares o rayas también se usan mucho esta temporada.