¿Las marcas deberían incluir en sus inventarios ropa pensada exclusivamente para el trabajo?

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No es ningún misterio que la ropa para el trabajo ha sido durante mucho tiempo un asunto que agobia a las mujeres. No saber qué usar todos los días y romperse la mente ideando combinaciones suele ser todo un problema, en especial para las fashionistas. Es justo en ese punto en el que diversas marcas han pensado en ello para idear un inventario (casi) exclusivo en estilismos pensados para el trabajo.

Para los preocupados por el presupuesto, por ejemplo, está Ann Taylor, que ayudó a definir el poder de las hombreras en los años ochenta, la cual incluso a finales de este agosto generó 2.3 mil millones en ventas junto a su marca hermana Loft.

Por otra parte, se encuentra Theory, la marca amada por los abogados minimalistas de todo el mundo, la cual genera casi mil millones de dólares al año, según informes del mercado; y que recientemente fue renovada por el diseñador italiano Francesco Fucci, cuya predilección por las fabricaciones de lujo le ha dado una ventaja exclusiva.

Asimismo, relucen las marcas de lujo, entre las que figuran Akris, The Row y, más tradicionalmente, Hugo Boss y Giorgio Armani.

Sin embargo, a pesar de ser las preferidas de los compradores, todas estas compañías están luchando contra la misma realidad: el mercado global de trajes para mujeres está empezando a reducirse, se proyecta que alcanzará los $25,9 mil millones en 2022, frente a los $26,1 mil millones en 2017, según Euromonitor International, que define un traje para mujeres como un blazer a juego con un par de pantalones o falda, así como los trajes separados que incluyen un elemento coincidente.

Teniendo en cuenta esa definición, los nuevos participantes creen que la audiencia permanece desatendida. Tal vez no lleva un traje completo, pero todavía necesita ropa de trabajo. Y de acuerdo con una encuesta a 2 mil 700 mujeres de 25 a 55 años, de más de 20 países, realizada por un medio especializado, más del 62% de las mujeres todavía creen que el lema: “vestirse para el trabajo que desea, no el que tiene”, sigue siendo válido en la mayoría de las industrias.

“Todavía hay una oportunidad de vestimenta de negocios en ropa de mujer”, mencionó Ayako Homma, analista senior de Euromonitor International. “A medida que las ofertas de marcas y minoristas se vuelven cada vez más informales, hay una oportunidad para que las empresas ofrezcan soluciones simplificadas para las trabajadoras ocupadas que buscan construir un vestuario profesional”.

En este punto, J.Crew , por ejemplo, está poniendo un nuevo énfasis en sus ofertas de “desgaste al trabajo”, comenzando con una colección de cápsulas que se lanzará en el verano de 2019. Para Ralph Lauren , el “desgaste del trabajo” para mujeres es una de las cinco categorías que la compañía se está enfocando en expandirse para aumentar la relevancia con un público más joven, junto con ropa exterior, calzado y accesorios.

Pero no todo termina en comprar, sino que al respecto también ha surgido un nuevo negocio que consiste en el servicio de alquiler de moda por parte de Rent the Runway que entró al juego de ropa de trabajo al lanzar un plan de suscripción que permite a los usuarios alquilar 4 artículos a la vez, con un número ilimitado de intercambios, por una tarifa mensual de $159, el servicio ahora representa el 50% de los ingresos de la plataforma.

A propósito, la la encuesta mencionada anteriormente señala que los consumidores continúan gastando dinero real en sus armarios profesionales. Más del 29% de las encuestadas dijeron que han gastado 500 dólares o más en ropa de trabajo en los últimos seis meses, el 19% entre 300- 500 dólares y el 20% un cifra de 200-300 dólares. Mientras que solo el 14% dijo que gastó menos de 99 dólares. Más de la mitad dijeron que creen que gastan una cantidad apropiada.

Además, también relucen las marcas de athleisure, tales como Lululemon y Athleta, han ampliado sus líneas de productos para incluir piezas más apropiadas para la oficina, como blusas y blazers, que están confeccionadas con los mismos tejidos técnicos que sus productos básicos deportivos, y las comercializan como ropa perfecta para la oficina y viajes.

El juego no termina ahí, pues como era de esperarse el “low cost” también se mantiene en la carrera, pues entre sus propuestas se encuentran los trajes a medida y vestidos que son más modernos que sus contrapartes minoristas especializados, entre las cadenas más importantes, claro que se encuentra H&M.

Es aquí cuando surge la pregunta: ¿qué significa esto para las marcas que quieren ingresar al mercado? Tienen que pensar en diversos sectores (financiero, administrativo) laborales que requieren indumentaria profesional.

En primer lugar tienen que escuchar al cliente y en segundo, actuar al respecto. Pues, lo que nunca desaparecerá, independientemente de lo que suceda en el espacio de trabajo, es mucha angustia y ansiedad sobre qué ponerse para ir a trabajar, de eso no tenemos duda.

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