La florista creativa Isabel Tan comparte tres arreglos únicos inspirados en la esencia de la Ciudad de México

Desde su primer viaje, la vibrante energía y las tradiciones de la capital mexicana despertaron en Isabel una nueva forma de ver el arte floral. En esta entrevista exclusiva para Harper’s Bazaar México, la neoyorquina nos lleva en un recorrido visual donde moda, cultura y flores se entrelazan en tres composiciones que capturan el alma de la Ciudad de México

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La florista creativa Isabel Tan comparte tres arreglos únicos inspirados en la esencia de la Ciudad de México

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Basada en Nueva York y conocida en redes como @prettyfrowns, Isabel Tan es una tastemaker, florista creativa y creadora de contenido, cuyo universo estético encontró un boom de inspiración tras un viaje a la Ciudad de México.

Entre mercados de flores, fachadas deslavadas y memorias personales, su mirada se vio transformada por el color, la textura y la energía de la capital mexicana. Desde entonces, la ciudad no solo se convirtió en musa, sino en una referencia constante en su trabajo, que combina feminidad moderna, moda y arte floral. En esta entrevista con Harper’s Bazaar México, Isabel nos habla de cómo ese encuentro marcó su proceso creativo y su visión del estilo con alma.

Harper ‘s Bazaar: Cada uno de los looks se inspira en una flor profundamente enraizada en la identidad visual y simbólica de México. ¿Puedes compartir el significado cultural o personal que estas flores tienen para ti?

Isabel Tang: En mi primer viaje a México, nos quedamos en Condesa DF. Recuerdo haber comido una quesadilla de flor de calabaza, ¡y pensar que nunca antes había comido una flor! Esto fue antes de empezar a hacer arreglos florales, pero aún recuerdo lo hermoso e inesperado que se sintió ese momento. Creo que plantó la semilla de cómo ahora intento integrar flores en más aspectos de mi vida. Después de mudarme a Nueva York desde Singapur, me di cuenta de que necesitaba un “pasatiempo de adulto”, ya que gran parte de lo que hacía giraba en torno a una pantalla o a salir por drinks. Necesitaba algo terapéutico y divertido.

Ahora cuando creo un arreglo floral, normalmente empiezo por el atuendo. Pienso en cómo se moverá la tela junto a las flores, cómo se complementarán las texturas y qué historia pueden contar juntas. Es el mismo enfoque que aplico a todo mi contenido: quiero que se sienta intencional, escultórico y cálido. Casi como entrar en un espacio que huele como el lobby de tu hotel favorito y está lleno de arte, luz y piezas que quieres tocar. Cada una de estas flores representa algo significativo para mí. Están ligadas a recuerdos, sentimientos y lugares específicos. Quería que la moda con la que las combiné reflejara eso.

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Florista Isabel Tan

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Para el arreglo de dalias, llevé el Balance Braided Gown de Zimmermann, un vestido de organza de seda color beige con volumen suave y un corpiño trenzado elegante que refleja la complejidad de la flor. Las flores estaban inspiradas en la colonia Condesa de la CDMX.

Para los cempasúchiles, usé un conjunto de charmeuse de seda plisada de Chloé: un top tipo camisola y pantalones entallados que brillan con la luz. Los cempasúchiles siempre me recuerdan mi cumpleaños en la Ciudad de México. Ese año solo quería tacos de lengua. Mis amigos y yo encontramos un lugar que los tenía, y de alguna manera los seis pudimos entrar sin reservación. La noche estuvo llena de risas y celebración. Siempre asocio los cempasúchiles con el Día de los Muertos: la ciudad se vuelve dorada y naranja, cubierta de flores. Envolví el ramo en papel inspirado en el papel picado como un guiño a esas tradiciones, pero también porque quería que el arreglo se sintiera como un recuerdo. Vibrante, fugaz, alegre.

Los capullos de rosa fueron un momento más suave. Llevé una blusa halter con borde de volantes de By Malina, combinada con pantalones cortos. El look se sentía romántico, pero no excesivamente delicado—como algo que usarías para desayunar en Panadería Rosetta, uno de mis cafés favoritos en la Ciudad de México. Hay música en vivo por las mañanas y su rol de guayaba es razón suficiente para tomar un vuelo. Combiné los capullos con escabiosas y los envolví en encaje. Hay algo en una flor que aún no ha florecido por completo que se siente más íntimo—como si todavía estuviera convirtiéndose en algo.

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Florista Isabel Tan

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HB: ¿Cómo abordas el proceso creativo de traducir la esencia de una flor en un look de moda?

IT: Normalmente comienza con una sensación—y, honestamente, a veces con una vibra. Pienso en qué usaría la flor si fuera una persona. ¿Es estructurada y minimalista? ¿Fluida y dramática? ¿Romántica o caóticamente buena? A partir de ahí, construyo una historia visual, normalmente seleccionando piezas que ya amo y dejando que la forma o textura de la flor guíe cómo la estilo o fotografío.

Como la mayoría de lo que comparto vive en una pantalla, también pienso en cómo se moverá la tela junto a la flor, cómo se fotografiarán los colores juntos y qué tipo de energía crean como pareja. No se trata solo de combinar—se trata de emoción e intuición. Quiero que mi audiencia sienta algo al ver una combinación de moda y flores. Debe leerse como un estado de ánimo, no como un tablero de Pinterest.

HB: Como una tastemaker que se inspira tanto en la narrativa visual como en la identidad cultural, ¿cómo influye una ciudad como Ciudad de México en tus decisiones estéticas en torno a la floristería y el estilo?

IT: La Ciudad de México me hizo enamorarme del contraste. Las baldosas desgastadas, las enredaderas, las paletas de colores audaces superpuestas sobre la historia—todo está tan vivo. Y creo que eso se refleja en cómo me visto y cómo arreglo las flores. Me gusta la suavidad junto a lo crudo. Me gusta la ropa romántica usada en espacios cotidianos. Me gustan los ramos que parecen un poco demasiado grandes para el florero—en el mejor sentido.

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Florista Isabel Tan

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Gran parte de mi estética está moldeada por esa tensión—curada pero no preciosa, intencional pero nunca rígida. Creo que pasar tiempo en la Ciudad de México me dio permiso para dejar que las cosas fueran imperfectas, y, sinceramente, más auténticas. Trato de llevar esa sensación a cada sesión, a cada arreglo, a cada pieza de contenido que creo. Es lujo, pero vivido.

HB: ¿De qué maneras ves la floristería evolucionar como medio de autoexpresión y narrativa personal?

IT: Antes, la floristería se sentía como algo reservado para ocasiones especiales o centros de mesa. Ahora se siente más cercana a vestirse, crear playlists o ambientar tu casa—se ha convertido en otro lenguaje para expresar quién eres.

Empecé a hacer arreglos florales en un pequeño departamento en Nueva York, solo para que mi espacio se sintiera un poco más cálido. Al principio no era para compartir contenido—era solo para mí. Y cuanto más compartía, más me daba cuenta de que la gente no solo conectaba con lo visual. Respondían a la vulnerabilidad de intentar algo nuevo, algo imperfecto. Soy autodidacta, y creo que mostrar ese proceso—ser un poco desordenada, ser principiante—ha hecho que la floristería se sienta más accesible.

Ahora, cuando hago arreglos, pienso en ellos como pensaría al armar un look o curar un espacio. Hay emoción en ello. Una manera de decir “esto es quien soy hoy” sin decir nada.

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