Cuando se trata de evitar un embarazo no deseado, toda precaución es poca y hay ciertos temas tabúes que deben terminar...
A la hora de escoger el anticonceptivo idóneo entran en juego más factores de los que se aprecian a primera vista: ¿Estaré protegida ante las enfermedades de transmisión sexual? ¿Soportará mi cuerpo la dosis de hormonas? ¿Afectará a la calidad de mis relaciones?
Si no quieres dejar una posible maternidad en manos del caprichoso azar, atenta a esta lista con los anticonceptivos más comunes (y algunos que seguramente desconocías) dispuesta a hacerte la elección un poco más fácil. Eso sí, antes de salir corriendo hacia la farmacia consúltalo con tu ginecólogo. Así, el acierto será de 10.
1. Preservativo masculino
Aunque su uso ha ido disminuyendo en favor de la píldora en los últimos años, el preservativo sigue encabezando el podio de los españoles (28,4 %). Con un porcentaje de efectividad del 97% cuando se utiliza correctamente, protege contra la gran mayoría de enfermedades de transmisión sexual y no genera efectos secundarios.
Además, su omnipresencia en farmacias, supermercados y gasolineras no hacen más que reafirmar esta popularidad. Sin embargo, un 31% de las usuarias admite utilizarlo de manera incorrecta, una vez iniciada la relación sexual.
Otros factores como escoger un tamaño equivocado (un estudio de 2006 en India alertó de una tasa de fracaso del 20% en preservativos ya que los estándares internacionales sobrepasaban con creces la media de los varones del país) o no retirarlo de forma correcta, pueden hacer que se reduzca ese exitoso porcentaje. Entre sus principales inconvenientes, afecta a la sensibilidad durante la relación y puede provocar irritación.
2. Preservativo femenino
La versión femenina no tiene la misma popularidad que el condón tradicional, a pesar de que también protege ante las ETS y su tasa de efectividad (si se utiliza correctamente) es del 95%. Su tamaño es mayor que el del preservativo convencional y cuenta con un aro flexible a cada extremo, permaneciendo uno de ellos fuera de la vagina durante la relación.
Son perfectos si tu pareja o tú sois alérgicos al látex ya que están hechos de nitrilo o si la tensión del preservativo suele condicionar la erección. Además, no tendrás que depender de nadie ante un esporádico “aquí te pillo aquí te mato”. Sin embargo, igualmente puede reducir la sensibilidad durante el coito o provocar irritación y es más caro que el masculino.
3. Diafragma
Colocado en el interior de la vagina, este capuchón de silicona actúa como método de barrera evitando la entrada de espermatozoides al útero. Para que alcance la tasa de efectividad del 94% que garantiza su uso correcto, se recomienda utilizarlo de forma combinada con espermicidas (inhiben los espermatozoides). Sin embargo, el porcentaje de éxito real desciende hasta 10 puntos debido en parte a sus exigencias de uso.
Tras la relación, debe dejarse puesto otras ocho horas más sin superar nunca las 24 horas para evitar un Choque Tóxico, lo que te obligará a estar muy pendiente del reloj. Otros inconvenientes que presenta es que no protege contra las ETS y debe ser revisado por un médico tras un parto o ante pérdidas bruscas de peso ya que podrías necesitar un tamaño nuevo.
¿Lo bueno? Puede durar hasta dos años y su precio ronda los 40 € (sin contar espermicidas), por lo que supone un ahorro frente a otros métodos. Quienes lo han probado, afirman que no se nota durante las relaciones sexuales y si tienes una cita, podrás colocarlo con hasta dos horas de anticipación.
4. Esponja
La mecánica es muy similar a la del diafragma: se coloca en el cuello del útero para evitar el paso de espermatozoides y se debe esperar aproximadamente ocho horas tras la relación antes de retirarlo pero sin sobrepasar nunca las 24 horas. Eso sí, no habrá que preocuparse por elegir el tamaño idóneo porque solo hay uno.
A pesar de que la esponja también va impregnada de espermicida, su tasa de efectividad ronda la poco tranquilizadora cifra del 80%. No se recomienda su uso durante la menstruación (las opiniones sobre el diafragma en este punto son algo más contradictorias) y puede provocar sequedad ya que absorbe parte del fluido femenino.
5. Píldora
Es el segundo anticonceptivo más utilizado (21,7%), convirtiéndose en el primero entre los métodos hormonales, con una efectividad del 99% cuando se utiliza correctamente. La más común es la píldora combinada, formada por estrógenos y progestágenos, ideada para impedir la maduración del óvulo. Sin embargo, existe una variedad que incluye sólo progestágenos, también conocida como ‘minipíldora’, cuya principal función es espesar el moco cervical para evitar el paso de espermatozoides y modificar el endometrio (tejido en el interior del útero) para impedir una posible gestación.
Entre sus ventajas destaca que no interfiere en la calidad de las relaciones sexuales (eso sí, puede afectar a la libido y alterar el flujo vaginal), ayuda a regular los ciclos mensuales y puede ser un poderoso aliado contra el acné. Sin embargo y como cualquier otro método hormonal, conlleva una serie de desventajas.
Puede tener efectos secundarios como dolores de cabeza, sangrados entre ciclos, náuseas o sensibilidad en el pecho y además, hay que recordar tomar la dosis diaria, preferiblemente a la misma hora. Está contraindicada para mujeres con migrañas, sobrepeso, fumadoras mayores de 35 años y con problemas de corazón o de coagulación de la sangre.
Cuando se da alguno de estos supuestos, el ginecólogo valorará recetar la píldora que contiene progestágenos. En definitiva, si te cuesta hacer las cosas de manera rutinaria o mantener horarios fijos, puede que no sea tu método.
6. Anillo
Tras su colocación, libera hormonas de forma continuada con la misma función y las mismas ventajas que la píldora (un 99% de efectividad). El anillo permanecerá puesto durante tres semanas y se retirará la cuarta semana para permitir la menstruación (similar a las píldoras de placebo).
¿Lo bueno? No tendrás que recordar tomarla a diario, tampoco se nota durante las relaciones sexuales y en caso de vómito o diarrea su efectividad no corre peligro (esto es aplicable al resto de anticonceptivos que no son tomados por vía oral). Al igual que la píldora, no protege contra enfermedades de transmisión sexual y los posibles efectos secundarios son similares. Aunque puede estar fuera hasta 3 horas, no se recomienda retirarlo durante las relaciones. Otro inconveniente es que es más caro que la píldora.
7. Parche
Libera hormonas que son absorbidas por la piel hasta llegar a la sangre y puede ser colocado en el abdomen, en los glúteos, en la parte externa del brazo o en la zona superior de la espalda. Como el resto de anticonceptivos hormonales, no protege de ETS y utilizado correctamente, su tasa de eficacia es del 99%.
Se coloca un nuevo parche una vez por semana durante 3 semanas y no se usará parche en la cuarta semana para permitir la menstruación. A pesar de lo engorroso que pueda parecer, numerosas pruebas han concluido que no se despega por el agua, altas temperaturas o al hacer deporte así que también es idóneo para el verano.
Eso sí, un estudio realizado por la Universidad de Copenhague (2012) analizó durante casi una década a 1,6 millones de mujeres y concluyó que aquellas que utilizaron anillo o parche eran más propensas a sufrir trombos que aquellas que tomaron la píldora. Ahí queda eso.
8. Inyección
Al igual que la píldora, existe con hormonas combinadas o únicamente con progesterona. ¿La principal diferencia? Un profesional de la salud aplica una única inyección cada tres meses por lo que durante ese tiempo podrás despreocuparte.
Es más probable que afecte a la regularidad de la menstruación (llegando incluso a desaparecer) que otros métodos hormonales y además algunos estudios apuntan a que un uso prolongado puede afectar a la densidad ósea de la mujer por lo que se suele recomendar combinarla con suplementos de calcio y vitamina D.
A pesar de su comodidad,no es recomendable utilizarlo como primer anticonceptivo ya que los efectos secundarios como dolores de cabeza tardarían tiempo en desaparecer.Además, el efecto del anticonceptivo no se elimina de forma tan rápida como en los vistos hasta ahora, necesitando normalmente 6 meses para desaparecer desde la última inyección.
9. Implante subdérmico
Se trata de una pequeña varilla flexible similar a una cerilla que se inserta por un especialista bajo la piel del brazo y que va liberando lentamente progestágenos durante un periodo de tres o cinco años, dependiendo del tipo de implante. Presenta una tasa de efectividad mayor que la de los métodos anteriores, cercana al 99,5% y con muy poco margen de error ya que no requiere la participación de la usuaria.
Aunque se introduce con anestesia, el brazo puede presentar molestias o pequeños hematomas durante los días posteriores. Además, no todos los cuerpos lo toleran de la misma manera: dolor de cabeza, aumento de peso, mareos o menstruación irregular que llega a desaparecer, son algunos de los efectos posibles en los meses siguientes. Eso sí, si cambias de opinión tu médico podrá retirarlo en cualquier momento y una vez eliminado, sus efectos desaparecen con mayor facilidad que los de la inyección.
10. DIU
Si tienes claro que no quieres descendencia en la próxima década, el dispositivo intrauterino es una buena opción. Se trata de un mecanismo en forma de T colocado en el útero que debe ser introducido (y retirado) siempre por un ginecólogo. Existen dos tipo de DIU: revestido de cobre (este material impide la llegada de esperma al óvulo y tiene una duración de 10 o 12 años) o revestido de progestágenos (libera la hormona que espesa el moco cervical y es fiable durante 3 o 5 años, aproximadamente).
Podrás olvidarte de él durante ese tiempo ya que no interfiere en el sexo y tiene una tasa de éxito superior al 99%. Eso sí, no protege de las ETS y entre sus efectos secundarios, algunas mujeres experimentan dolor abdominal, reglas más pesadas o cefaleas.
11. Métodos naturales
Entre las prácticas naturales destacan el método de la temperatura basal que consiste en registrar los cambios de temperatura en el cuerpo de forma diaria para identificar los días menos fértiles, el método Ogino-Knaus basado en llevar la cuenta de los días fértiles para saber cuándo evitar las relaciones o el método de ovulación Billings, que somete nuestra decisión de practicar sexo a las características que presente nuestro moco cervical.
El problema es que todos estos métodos cuentan con un margen de error bastante elevado ya que por ejemplo, en el primer caso, existen factores externos que pueden aumentar nuestra temperatura corporal como el alcohol o la práctica de ejercicio. Además, están basados en la abstinencia sexual por lo que puede resultar un problema para determinadas parejas. En cambio si lo que buscas es quedarte embarazada, puede ser el complemento perfecto para identificar tus días más fértiles.
12. Métodos permanentes
Si estás segurísima de que no quieres más hijos o simplemente ser madre no entra en tus planes, existen métodos irreversibles tanto para él como para ella. Aunque en algunos casos se logra deshacer el entuerto, no hay garantías absolutas por lo que debes estar 100% conforme con tu decisión.
La vasectomía masculina impide la liberación de espermatozoides mientras que la ligadura de trompas femenina evita que el esperma alcance los óvulos. Ambas son cirugías sencillas que se realizan en poco tiempo y no suelen conllevar complicaciones.