Hace casi 70 años, Isabel II asumió el cargo de monarca del Reino Unido y la Mancomunidad de Naciones ante el trágico fallecimiento de su padre. A sus 27 años de edad, la joven se vio envuelta por la responsabilidad enorme que conlleva ser reina, y el día en que fue coronada marcó la historia: fue la primera vez que esta ceremonia fue transmitida a nivel mundial. El 2 de junio de 1953 todos los ojos estuvieron puestos sobre ella. Hija de la Reina Madre Isabel y Jorge VI del Reino Unido, Elizabeth Alexandra Mary Windsor se convirtió en la sexta mujer en ocupar el trono por derecho propio. Desde la abadía de Westminster, los televisores captaron las imágenes, y el atuendo que eligió la reina cuidó hasta el último detalle. La monarca, de 94 años, actualmente ostenta el título del reinado más largo en la historia de Inglaterra. Te contamos que eligió vestir Isabel II el día de su coronación.
Un atuendo digno para la reina
La celebración de la coronación de la reina Isabel II fue la primera en ser televisada en la historia, por lo que existen múltiples registros del evento. A diferencia del “modesto” vestido de novia que Isabel usó para su boda, el de su coronación fue impactante. Ambos vestidos fueron obra de Norman Hartnell, quien fue nombrado el diseñador de moda de la casa real en 1938. El diseño, delicadamente bordado, incluía representaciones simbólicas de todos los países de la Mancomunidad de Naciones: la rosa Tudor, de Inglaterra; el cardo, de Escocia; el puerro, de Gales; el trébol, de Irlanda del Norte; el zarzo dorado, de Australia; el loto, de India y Ceilán; el trigo y algodón, de Pakistán.
Vistió también un exquisito par de zapatos, diseñados por un maestro en la historia del calzado: Roger Vivier. Él aceptó el reto de crear unas zapatillas elegantes, sofisticadas y cómodas, considerando que durante la ceremonia, Isabel se mantuvo en pie por tres horas. El zapatero decoró su creación con una serie de rubíes colocados en forma de una flor de lis. La reina además portó una serie de joyas con las completó su atuendo para la coronación. Primero, la corona de Eduardo el Confesor, realizada para la coronación de Carlos II en 1630, ya que la original había sido destruida. Además, la reina usó un collar que era en realidad una tiara fringe y los pendientes art déco que heredó su madre de la socialite millonaria Margaret Helen McEwan Anderson Greville.
Para el retrato oficial, la monarca portó los símbolos de poder: la corona imperial, el cetro, el orbe y el anillo imperial. Sobre el anillo, cuenta la tradición que cuanto más duela el anillo, más largo será su reinado. Entonces, suponemos que habrá dolido un montón.