Por Celia Cuervo
Cuando Grace Kelly anunció a mediados de los sesenta una visita a la boutique de Gucci en Milán, Rodolfo, uno de los hijos del fundador Guccio Gucci, quiso que la compañía de su familia tuviera un detalle a la altura de esta actriz convertida en princesa. Era un momento dorado para la marca italiana, que en ese entonces se dedicaba a la marroquinería y los pequeños objetos (el prêt-à- porter no llegó hasta finales de esa misma década), pero Hollywood ya tenía puesto el ojo en la firma. Se dice que Kelly había acudido a la casa para comprar uno de sus famosos bolsos Bamboo, y el italiano pensó que un pañuelo de seda estampado encajaría con su adquisición. Rodolfo, también actor, conoció en el rodaje al célebre ilustrador Vittorio Accornero de Testa, y decidió encargarle la tarea de diseñar el estampado floral perfecto para la princesa. Inspirado por los orígenes de la casa, por su tradición florentina, Accornero miró La Primavera y El nacimiento de Venus de Botticelli para su creación. El artista firmó su obra en una esquina (y todas las que vinieron después, pues trabajó para Gucci durante 20 años) y así nació uno de los grandes iconos de la historia de la marca: el motivo Flora.
En el archivo de Gucci en Florencia, creado al comienzo de la era de Tom Ford en la casa, hay una sala dedicada únicamente a la recopilación y conservación de los pañuelos Flora. Uno de sus expertos los va sacando con una delicadeza minuciosa; algunos parecen verdaderos herbarios, con las flores dispuestas para su estudio. Aquí, guardan casi mil referencias de cuadriláteros de seda de la marca, fabricados en la zona del Lago de Como en los años 50. Reinterpretado a lo largo de los años por los diferentes directores creativos de la casa, el motivo Flora vuelve a ser revisitado en la seda junto a otros cuatro estampados reconocibles de la firma (animalia, las hebillas ecuestres Horsebit, el monogram GG y el náutico) en colaboración con nueve artistas (Robert Barry, Everett Glenn, Sara Leghissa, Currynew, Jonny Niesche, Gio Pastori, Walter Petrone, Yu Cai e Inji Seo) en un nuevo pro- yecto titulado Keep it Gucci: The Art of Silk, The 90x90 Project.
Partiendo de cinco referencias extraídas del archivo, los ilustradores han revisitado estos aspectos tan especiales para la historia de la casa celebrando el poder de un affaire entre el arte y la moda en el que Gucci fue una de las marcas pioneras junto a Accornero.
Siempre he amado Gucci. Para mí, era muy importante que la pieza mostrara una instersección genuina entre la figuración del motivo Flora y la abstracción de mi trabajo.
El monogram GG y el motivo Flora lo han interpretado los nueve creativos, y el resto, no todos, aunque alguno no ha podido resistirse:
¡Me estaba divirtiendo tanto que decidimos que los dibujara todos!
El cuadrado de seda de 90 x 90 centímetros se vuelve así un lienzo en el que dejar volar la imaginación, y aunque unir fuerzas con una marca con una herencia tan potente como Gucci siempre es enriquecedor, también ha sido un reto. Máxime cuando trabajas con iconos tan reconocibles por todos como estos cinco estampados.
El mayor desafío fue asegurarme de que los dibujos originales siguieron siendo visibles mientras permitía que mi intervención personal emergiera.
Una nueva vuelta de tuerca a las colaboraciones artísticas que demuestra que mirar los clásicos para crear el futuro, lejos de ser anticuado, es toda una (r)evolución.