Ni una más

Ni una más

La lucha contra el cáncer de mama no es exclusiva de las mujeres; es una batalla que nos ocupa a todos.

El 17 de febrero de 2001 mi abuela materna perdió la vida. Un año antes, frente a la aparición de algunas úlceras en la axila y a un costado de un seno, mi mamá y mis tíos la llevaron al médico y, tras algunos estudios, se confirmó el diagnóstico: cáncer de mama.

Si bien al momento del diagnóstico tenía más de 80 años y algunas afecciones cardiacas que la mantenían en tratamiento permanente, era una mujer activa que dedicaba sus días a leer las noticias, escuchar la radio y visitar a sus amigas. Era el prototipo de abuela mexicana –cariñosa, detallista, consentidora– y era el eslabón que nos mantenía unidos a todos. Recuerdo que en cada cumpleaños, a pesar de no tener ningún ingreso, se las ingeniaba para regalarme cierta cantidad de dinero con la que esperaba me comprara algo que me gustara. Conocía a la perfección los gustos de cada uno de sus hijos y nietos, y se preocupaba por, cada cierto tiempo, cocinar aquellas comidas o postres que nos volvían locos.

Su enfermedad trastornó la vida familiar y después de evaluar la situación, dada su edad y sus padecimientos del corazón, sus hijos decidieron que cualquier cirugía y tratamiento iban a mermar considerablemente su calidad de vida. El acuerdo fue que se le aplicaría un tratamiento paliativo con la finalidad de que sus últimos meses transcurrieran en la mayor calma
posible.

Ella, al igual que muchas mujeres en México y en el mundo, perdió una batalla que pudo haberse prevenido. Octubre es el mes en el que diversos organismos, empresas y medios de comunicación cierran filas para crear conciencia sobre esta enfermedad y las maneras de prevenirla. La finalidad es que cada vez más mujeres se creen el hábito de la exploración y de la observación de su propio cuerpo para detectar cualquier señal que permita un diagnóstico temprano. Si esto ocurre, las posibilidades de erradicar la enfermedad –aplicando los tratamientos correctos– son mayores. Es verdad que mi abuela era una persona mayor y que las mujeres de su generación no hablaban abiertamente de estos temas. Este tipo de conversaciones se mantenían con personas de mucha confianza en un ambiente de máxima privacidad. Los tiempos han cambiado y hoy la apertura y el acceso a la información relacionada con estos temas es prácticamente irrestricta. Muchas veces he pensado que de haber escuchado los mensajes de radio y televisión o de haber leído las campañas en medios impresos, mi abuela hubiera vivido algunos años más y yo hubiera disfrutado de su compañía.

Desafortunadamente, no soy el único que ha perdido a una persona querida en estas circunstancias. Muchos amigos y conocidos han pasado por situaciones similares, y han terminado planteándose las mismas preguntas que yo: “¿Qué hubiera pasado si el diagnóstico hubiera sido oportuno?”.

Algo que tengo muy claro es que las mujeres que se enfrentan al cáncer de mama son unas auténticas guerreras. Son seres que luchan con todas sus fuerzas para ganarle a un enemigo traicionero que está decidido a robarles el tiempo que podrían disfrutar al lado de sus familias. Ellas son un ejemplo para todos y ninguna debería perder ese combate. Algunos podrían pensar que siendo hombre no tendría porque dedicar este espacio para abordar este tema, pero no olvido que tengo hermanas, tías, primas, sobrinas, amigas… y que perder a cualquiera de ellas sería un golpe verdaderamente duro.

Así, de este modo, quiero exhortar a todas aquellas mujeres que lean estas líneas –sin importar su edad, su estado civil, su profesión o estado de salud– a acudir cada año con sus médicos, a realizarse estudios periódicos y a no ignorar cualquier señal que su cuerpo les de. En esta batalla cada segundo cuenta. Si eres hombre y estás leyéndome, comparte esta información con tu esposa, novia, hermanas, hijas o amigas. No esperes a no tenerlas para preguntarte qué hubiera pasado si...

Octubre es el mes en el que se crea conciencia de hábitos, prácticas y medidas preventivas que deben tenerse en mente todo el año. Octubre es el mes en el que alimentamos la esperanza y en el que apostamos por plantarle la cara a una enfermedad que cada año acaba con millones de vidas injustificadamente. Octubre es el mes en el que le decimos al cáncer: “Ni una más”.

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