El mundo de Sofia Coppola

El mundo de Sofia Coppola

La realizadora española Manuela Burló Moreno nos da sus impresiones sobre la carrera de la cineasta.

Debutar en cualquier tipo de disciplina creativa siendo la hija de... siempre es una presión descomunal para el artista en cuestión y, a su vez, incita ipso facto al espectador al dichoso prejuicio. Si a eso le añadimos que tales puntos suspensivos corresponden a uno de los mejores cineastas del mundo (Francis Ford Coppola), ya ni te cuento. Prejuicios que ya se encargó ella solita de quitarnos rápidamente de la cabeza cuando estrenó su primera película, la brillante e hipnótica The Virgin Suicides (1999, adaptación de la novela del mismo título de Jeffrey Eugenides). Uno de esos filmes que no pasan inadvertidos. Se te cuela por una rendija y viajas con él a lugares inhóspitos, pero sin dejar de resultar familiares, como es el caso de esa etapa tan complicada de la pubertad a la adolescencia.

Sofia hizo un sutil y certero retrato de estas cinco hermanas pertenecientes a una acomodada y religiosa familia estadounidense, con una elegancia y delicadeza pasmosas. Con tan sólo 26 años, exhibió una madurez y una sensibilidad muy poco habituales. Con méritos propios consiguió que el apellido de su padre dejara de hacerle sombra y mostró al mundo su voz propia y su mirada personal. Su auténtico sello. El sello Sofia Coppola, valorado y respetado en la profesión, y fuente de inspiración para una nueva oleada de cineasta que la tenemos como referente. Ella vino para quedarse. Así lo demostró con sus siguientes películas.

La deslumbrante Lost in Translation (2003), un relato irónico y humano, que permitía contemplar lo absurdo y mundano de una sociedad en la que mantener el equilibrio se convierte en un deporte de riesgo. Era un delicioso retrato de la relación entre dos desconocidos que tienen en común muchas más cosas de las que pensaban. La soledad como motor de la historia. Un hotel de Tokio y sus concurridas calles. Una estupenda banda sonora para escucharla en un bucle (cuando suena el tema “Too Young”, de Phoenix, la película ya te ha metido en su bolsillo) y exquisitos per- sonajes interpretados magistralmente por Scarlett Johansson y Bill Murray (estaremos eternamente agradecidos a Sofia por rescatarlo).

Luego le seguiría Marie Antoinette (2006), una arriesgada propuesta en la que dio cabida a lo rococó con lo más esnob del momento, mezclando en el vestidor de la mismísima reina francesa, encarnada por la maravillosa Kirsten Dunst, vestidos de época con zapatillas deportivas Converse. En 2010 llegaría Somewhere, probablemente su trabajo más personal, en el que de nuevo recurre al sentimiento de soledad como pieza clave para hilvanar una historia contemplativa. En este caso, la soledad del éxito, interpretada por Stephen Dorff y la adorable Elle Fanning.

Tres años después rodó The Bling Ring, la cual se encuentra basada en un artículo de la periodista Nancy Jo Sales sobre una serie de casos reales de robos en casas de celebridades. Una buena crítica sobre la estupidez humana, en una sociedad en la que el postureo y las apariencias eran la clave para esta pandilla de adolescentes que se llegó a colar en las mansiones de Paris Hilton y Lindsay Lohan.

Y, por fin, en la pasada edición del Festival de Cannes aterrizó con su nuevo trabajo: La seducción, con un poderoso reparto encabezado por Nicole Kidman. Con este trabajo se alzó con el premio a la Mejor Dirección, siendo la segunda mujer en ganar en esta categoría en dicho festival. Después de tan estupenda filmografía, ¿cómo no rendirse a los pies de Sofia?

Este texto aparece en la edición impresa de octubre de Harper’s Bazaar en Español. Consíguela en tu puesto de revistas más cercano.

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