Playas de ensueño
Resulta difícil elegir una única playa de las muchas que hay en cualquiera de las tres islas, de ahí que lo mejor sea ir a todas. Eso sí, algunas, como la paradisiaca y escénica Playa de la Luna de Miel, en Water Island</i>, una isla al sur de Saint Thomas, solo es accesible en barco o tras una buena caminata por la vegetación.</p>
Naturaleza virgen en el arrecife
En la isla de St. Thomas se encuentra la Laguna del Manglar, una de las áreas protegidas de mayor riqueza del Caribe. Con arrecifes de coral bien conservados, que permiten incluso una fauna coralina diversa y rica, es de los más prósperos de la zona y se le considera una u2018centralita de nutrientesu2019, en tanto que transfieren alimento a todo el ecosistema marino gracias al gran número de manglares que hunden allí sus raíces. Se puede visitar y, de paso, hacer esnorquel en la zona, así como pasear por las pequeñas islitas de la laguna en kayak o incluso buceando.</p>
Un paseo en catamarán
Pocas experiencias hay más interesantes para los amantes del mar abierto que hacer excursiones bordeando las diferentes islas, así como yendo de una a otra por las aguas cristalinas. La mejor forma, alquilando un catamarán. Un picnic en alguna de las calas solitarias será la guinda a un día de aventura, mar y pesca que seguro que pocos olvidarán. Si hay tiempo, incluso se puede alcanzar la costa de Puerto Rico o las Islas Vírgenes Británicas.</p>
Un rincón de Escandinavia en el Caribe
La presencia danesa en la isla es de lo más llamativa, ya que las Islas Vírgenes, como la mayoría de las Antillas, mantiene una mayoría de población de origen africano, que contrastan con los modos y formas escandinavos. Sin embargo, ahí está el cementerio danés, los fuertes militares que se mantienen en pie, las plantaciones de caña de azúcar que aún conservan parte de su estructura colonial, las casas de los terratenientes.</p>
En tirolesa por Saint Thomas
Una de las atracciones con más éxito en Islas Vírgenes es la tirolesa Tree Limin’ Extreme</i></a>, que se encuentra en la isla de Saint Thomas. Se trata de seis tirolesa paralelas que permiten una experiencia única en grupo y que se tiran de una montaña, a cuya cima se llega tras un paseo selvático en unos vehículos especiales del Ejército Suizo. El recorrido, en el que se alcanzan velocidades de 15 metros por segundo, se puede ver todo el archipiélago, y es posible tirarse en tándem.</p>
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