Desde ese momento no solo hubo una evidente química, sus trabajos se empellaban en juntarlos. Después de 4 años, Andrew le propuso matrimonio en la playa de Westhampton frente a la casa de los padres de Jamie.</p>
Al ser una pareja fuera de lo común, los novios pensaron que el lugar perfecto para su boda, el Museo de Arte de Parrish, en donde sus invitados pudieron experimentar la arquitectura y paisaje del lugar, además del viñedo. </p>
Para la recepción, la terraza fue el lugar perfecto, en donde una pizarra en color blanco en medio del viñedo daba un toque rústico, natural y minimalista. La ceremonia se realizó bajo los pilares geométricos del museo con una vista espectacular. </p>
La comida del evento, no fue la típica de una boda. El menú era divertido e innovador, incluía hamburguesas, pretzels, malteadas, sándwiches, entre otros alimentos. Mientras que el postre era un pastel de bodas, además una compañía que contrataron estuvo haciendo donas durante el evento.</p>
fuente: Harper’s Bazaar